“¡Y LOS SUEÑOS… SUEÑOS SON!”

El Bayern aplastó en la Champions y, más que a nadie: al Barcelona que, con todo tipo de cábalas sobre Messi, ha llevado a los culés a una situación caótica poniendo el cartel de “se vende” a medio club y fichando a un Koeman que, por más respeto que se le tenga, no será ni el salvador ni el culpable (como tampoco lo fueron sus antecesores) a la hora de evaluar conclusiones ya que, la varita mágica todavía no se ha instalado – al menos que lo sepamos- en el destino de ningún club…

Nuestro caleidoscopio también se equivoca, se marea ante tanto verbo oral y escrito, por eso, nos lleva hoy a algo que casi podríamos señalar como un sueño o, si lo prefieren: como una utopía…

A través de ese sueño, vemos los titulares de la prensa y los arranques de los telediarios de medio mundo con una noticia que haría subir hasta los altares al 10 del Barça:

“…Messi a través de un burofax cede los millones que cobra al año a comedores sociales, a los sin techo, a estudios sobre la vacuna deseada y un largo etcétera sobre la solidaridad social…¡Increíble pero cierto! El astro argentino –tal vez en agradecimiento por lo que el Barcelona hizo por él cuando era un chaval con problemas hormonales de crecimiento- renueva sin cláusulas millonarias y sorprende al mundo”.

No fue así. El burofax reclamaba su libertad. No sabíamos (al cierre de esta edición) si era una estrategia para presionar a la directiva catalana, si se esgrimirían otras razones económicas o qué, pero lo cierto es que, después de veinte años en ‘el club de sus amores’, Messi movía ficha y los telediarios de medio mundo abrían con esa inesperada noticia…

Vaya falacia la de nuestro despistado caleidoscopio pero habría sido otro notición: ayudar a la gente sin hogar,  comprar nuevos jugadores, luchar contra el Covid y aún le quedaría para cambiar de avión. Una ¡bomba! que haría sombra al mismísimo virus…

Leo Messi, por un ‘puñado’ de millones que a la hora de contabilizar sus ahorros no sería ni fu ni fa, se habría convertido más aún en leyenda mientras, al menos de reojo, habría que aconsejarle que no dejara de mirar lo que está por llegar: ese tren que se detendrá en su andén particular (no faltan muchas estaciones) cuando llegue la hora de ‘colgar las botas’, algo que no está tan lejos…

Y así, Messi, en ese revuelto de dimes y diretes, habría sido bautizado como  el ‘p… (erfecto) amo’.

Ay, ay, ay, que caleidoscopio  tan lleno de irrealidades que, al despertar de esa estampa onírica, nos lleva a la indiscutible verdad: la pesadilla de un club que, hasta que sepa abrir los ojos, ha insistido   en la dependencia de un jugador que (con la camiseta que sea y con nuevos contratos millonarios) cuando llegue la hora de soplar más velas, su ocaso –ley de vida- será inevitable; de ahí que, si pudiéramos cambiar la frase que nos recuerda lamentablemente que “los sueños sueños son…”, Messi se podría haber convertido también en un ídolo social en plenos rebrotes y en plena pandemia…

¡Que haga números y verá que no sólo restaría sino que sumaría en todos los sentidos!