Violencia de género… ¡NO OLVIDAMOS!
LA VIOLENCIA, SOCIALMENTE SILENCIOSA, QUE TAMBIÉN SUFREN ALGUNOS HOMBRES ES…
OTRA LACRA QUE TAMPOCO HAY QUE OLVIDAR
También queremos hoy solidarizarnos con diferentes varones quienes nos relataron sus historias que igualmente forman parte de la sociedad en la que vivimos.
Decir “violencia de género” cada vez que una mujer es maltratada, asesinada, violada, es utilizar una frase que, a estas alturas “de la película” ante la situación que sufren incalculables mujeres indefensas, se nos queda, no corta… ¡lo siguiente
En esta misma edición y tras haber publicado en una edición anterior, precisamente un tema referido al cruel padecimiento de las mujeres a en ese sentido, incluimos otro informe –en este caso- sobre la “violencia silenciosa” que sufren (lógicamente en una escala ínfima a la hora de las comparaciones) algunos hombres que, aunque hay determinadas violencias físicas según los casos, la generalidad de ese maltrato que también existen tal y como nos relatan quienes lo han sufrido y lo sufren en carne propia, apunta más bien (salvo excepciones) a una humillación psicológica.
No se lo pierdan (con datos y la palabra de profesionales autorizados) en estas mismas páginas…pero, continuamos con lo que estábamos relatando y que hoy, lamentablemente, nos lleva nuevamente a esa agresiva violencia que sufren cantidad de mujeres:
En el año que acabamos de despedir, eran alrededor de 50 las víctimas mortales que se habrían contabilizado.
…En este sentido y aunque el caso ya forma parte de la incredulidad de tantos hogares, hemos de decir que Bernardo Montoya, asesino confeso de Laura Luelmo, no figuraría jamás como mártir de lo que decimos en ese artículo, sino todo lo contrario, ya que, después de negar lo que había realizado, confesó como todo el mundo pudo ver, su crimen, pidiendo disculpas a los familiares por lo que había hecho.
“Voy a pagar lo que he hecho, pido perdón a la familia, lo siento”, dijo con una desvergüenza intolerable cuando en sus espaldas, además de otros delitos, llevaba una larguísima condena por asesinar a quien iba a testificar en contra de él sobre uno de sus delitos, hecho que le llevó a pasar en la sombra unas cuantas navidades.
Y ahora, tras su espantoso crimen, una nueva Navidad entre rejas tras privar a su familia y a la pobre Laura de unas Pascuas que imaginaba llena de proyectos tras el anhelado reencuentro con los suyos.
Un verdadero palo.
No sabemos si sus familiares al verle disculpándose y levantando las mismas manos con las que mató a esta inocente muchacha, habrán gritado o llorado desconsoladamente ante la actitud surrealista de este hombre que formó parte (sin ella saberlo) de las coordenadas de un paradójico destino que protagonizó Laura quien había llegado cargada de ilusiones a El Campillo, instalándose en una casa, justo frente de la vivienda del horrendo personaje.
Los detalles de por qué, cuándo y cómo: ya se conocen…
Hoy, simplemente, es decir en “voz alta” una incoherencia, una perogrullada pero que no pocos intentamos cuando las cosas salen de un modo o de otro…
¡No poderse revelar sobre ese destino!
…Y que Laura hubiese podido comenzar sus proyectos en este nuevo año, con la misma sonrisa con la que llegó a cubrir ese puesto de profesora después de unas duras oposiciones.
Coordenadas de la vida que se entrecruzan y que manejan nuestro día a día, porque…
Si no hubiese existido esa suplencia en el Instituto/Si ella no hubiera salido airosa de tal prueba/ Si su amiga no le hubiera ofrecido la pequeña casa donde se instaló/ Si Montoya no hubiera vivido enfrente después de quedar en libertad tras unos 17 largos años de prisión/ Si él no hubiese reparado en ella y…
Pero no fue así.
El destino, como decimos, a modo de sombra, se cruzó en su vida y “ese” sujeto, el que nunca -como subrayábamos- podría formar parte del maltrato silencioso que sufren algunos hombres, la “violó y mató a golpes en su casa” tal como pudo asegurar la Guardia Civil al comenzar esta historia sobre la que tanto se ha dicho y se dice…
Un asesino que como se constató «se encaprichó de ella» y que después, tal como manifestó la Guardia Civil fueron hallados “restos de sangre fregados con lejía en la vivienda”.
Tras consumar sus intenciones la introdujo en su coche y el resto es ya conocido por todos…
Una ilusión truncada.
Una vida llena de proyectos.
Como la de tantas otras mujeres, muchas sin nombre y apellidos mediáticos pero sí con tanto pesar en las familias que las perdieron por parecidas circunstancias.
Engaños. Secuestros. Muertes. Violaciones dentro de una “violencia de género” que, como comenzamos diciendo se nos queda corta como expresión de daño, de dolor, de impotencia que es la que general en tantísimas familias.
Mediáticamente, con recordar unos cuantos nombres y cómo murieron, sólo conseguiremos entristecer más esta página pero es de justicia recordarlos como ha hecho Tatiana con una increíble reflexión en las redes sociales que se ha hecho viral, lo que demuestra que la sociedad sufre por este tipo de acontecimientos.
Así escribe Tatiana H.F.
«Mi intención no es llamar a los hombres delincuentes, es hacerles entender la lucha feminista, nuestros miedos como mujeres y de dónde provienen (…) Vente a decirme que no es un problema de género. De hombres que sienten que las mujeres les pertenecen, que pueden acabar con nosotras con el chasquido de un dedo, que nuestro cuerpo es suyo…
Cuando yo tenía 10 años, mataron a las niñas de Alcásser. Ahí aprendí que era peligroso salir de noche, aunque fuera con amigas.
Cuando yo tenía 11 años, mataron a Anabel Segura. Ahí aprendí que no podía salir a correr sola.
Cuando yo tenía 12 años, violaron y mataron a Marta Obregón y Leticia Lebrato. Ahí aprendí a tener cuidado al entrar en portales y ascensores.
Cuando yo tenía 17 años, mataron a Rocío Wanninkhof. Ahí entendí por qué mi padre se levantaba para recogerme a la puerta de la discoteca cada vez que salía de marcha.
Cuando yo tenía 27 años, mataron a Marta del Castillo. Ahí aprendí que hasta tus amigos podían matarte.
Cuando tenía 34 años, mataron a Diana Quer. Ahí entendí por qué mis padres nunca me dejaban volver sola a casa.
Ahora han matado a Laura Luelmo, y he aprendido que cualquiera de mis vecinos puede querer violarme y matarme.
Pero venga, vente a decirme ahora que soy una histérica. Vente a decirme que no es un problema de género. De hombres que sienten que las mujeres les pertenecen, que pueden acabar con nosotras con el chasquido de un dedo, que nuestro cuerpo es suyo.”
Desde ALGENTE recordamos otro nombre que igualmente ocupó la primera página de los medios: Eva Blanco. Un recuerdo también para ella y sus familiares.
Tatiana, que firma ese lastimoso y “justiciero” Facebook, (reproducido en Twitter y WhatsApp) tiene ahora 36 años, está viva y es muy consciente de la contradictoria sociedad en la que vivimos. Por eso escribe todo eso y sufre como tantas mujeres que tienen pánico.
Laura, con 26 y con toda una vida por delante, no imaginaba acabar el año en manos de un ser despreciable, tras ser ultrajada y violada. Tampoco imaginaban ese destino cientos de mujeres vilmente asesinadas.
Descansen en Paz…
©Bayres/ALGENTE / Redes sociales
OTRA VIOLENCIA SIELENCIOSA, LA DE LOS VARONES
Agradecemos –antes de ocuparnos de un tema también espinoso pero que transita socialmente de manera más silenciosa- a todas las mujeres que, a raíz del artículo que en la anterior edición publicamos sobre “La violencia de género: esa lacra que no cesa”, contactaron con ALGENTE, bien para subrayar lo que escribíamos, bien para exponernos su caso.
…Pero, también queremos hoy solidarizarnos con diferentes varones quienes nos relataron sus historias que igualmente forman parte de la sociedad en la que vivimos.
…Historias que, aunque (como decíamos), no ocupan un lugar preponderante dentro de esa sociedad por tratarse del llamado “sexo fuerte”, quienes lo sufren, no obstante, deberían tener más respaldo, en todos los sentidos.
Nos encontramos pues frente a quienes igualmente sufren otro tipo de violencia y, en la mayoría de los casos, generalmente de humillación psicológica.
Así, por ejemplo, veamos lo que nos relata uno de nuestros lectores:
“El pasado 19 de noviembre –comienza diciéndonos- fue el Día Internacional del Hombre y ese día, como premio –comenta, irónicamente- mi mujer, en la celebración de nuestro aniversario de casados -¡¡llevo 28 años unido a ella!! me dedicó delante de nuestros amigos y familiares todo tipo de insultos simplemente porque se me cayó un trozo de pastel en el mantel; a partir de ahí, comenzó a llamarme de todo diciendo en voz alta que ya no servía para nada: y ese, como les cuento, fue mi premio a todos estos años de total entrega y fidelidad hacia ella”…
El relato extenso de M.N. del que sólo transcribimos ese párrafo, es algo que pone los pelos de punta, sobre todo al ponernos en el lugar de quien sufre ese tipo de ofensa delante de varios invitados que se quedan atónitos.
Este es un caso como otros tantos, respecto a este otro tipo de violencia que intentaremos analizar gracias al trabajo de algunos estudiosos.
“La violencia contra los hombres –escriben- es una expresión en la que se incluyen diferentes tipos de violencia hacia el varón”.
Y eso es algo que señalan “como un serio problema social que, reiteradamente pasa a otro plano al prestársele mayor atención a la violencia que sufren cantidad de mujeres”.
En ese sentido, puntualizan, que “no hay que olvidar –destacan con razón- que se trata de un fenómeno distinto a la violencia contra las mujeres y, por eso, debe analizarse como tal».
Existen casos que han trascendido a la opinión pública con tribunales por medio y que, a pesar de que judicialmente se ha reconocido un reiterado y ultrajante maltrato por parte de una mujer hacia su marido, no se ha llegado a otorgar fehaciente credibilidad social a “la víctima” “ya que no es fácil dar crédito al hecho que una menuda mujer le cruce la cara a un marido que pesa el doble que ella, o que, incluso –rayando lo surrealista- lleve a sus amantes a casa –como consta en algunos casos publicados en la prensa-, estando él dentro de una intimidad cuajada de reproches sexuales y de humillación.”
A pesar de que existen datos oficiales sobre este otro tipo de violencia que incluyen asesinatos de hombres perpetrados por sus mujeres, no es un tema debidamente asimilado por esa misma sociedad que, por el contrario, sí alberga todo tipo de asociaciones en favor de la violencia que sufren las mujeres.
Al discurrir por hechos y ejemplos innegables que forman parte de otras sociedades, por ejemplo, nos detenemos en un estudio elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México que asegura que “ocho de cada diez hombres han sido maltratos por su pareja”.
Sobre estos datos, algunos profesionales opinan que “a priori este tipo de estadísticas pueden sonar como anecdóticas y hasta divertidas ya que, normalmente son los hombres ‘quienes llevan los pantalones en la relación’ pero la violencia –matizan- no es un juego, sino que hablamos de una situación realmente preocupante en la que, generalmente, la vergüenza social –vuelve a reiterarse ese factor –es la principal causa para que no se llegue a la tan necesaria denuncia ya que, aunque sean hombres los que la sufren, ningún ser humano tiene por qué soportar cualquier tipo de violencia, sea la que fuere”.
Existen incluso, espacios radiales que se ocupan con ejemplos diarios, de cualquier manifestación de este tipo de violencia en perjuicio de los hombres.
En América, el actor y director Harry Geithner, ha sido un defensor de los hombres que sufren cualquier tipo de maltrato por culpa de sus parejas.
Así fue que llegó a poner en marcha un programa radiofónico especializado en escuchar, precisamente, las quejas de los hombres.
El actor, oportunamente declaró “no querer transmitir la idea de machismo, sino darle voz a los hombres, porque hay mayoría de programas en las que son las mujeres las que pueden desahogarse, algo que los hombres no pueden hacer con parecida facilidad.”
Cantidad de casos han sido primera página de periódicos en medio mundo, incluso (como bien se puede comprobar a través de las redes sociales), muchos hombres publican fotografías en las que se evidencia en muchos casos la notoriedad de todo tipo de agresiones.
Algunos ejemplos nos hablan, con la voz del propio agredido, “de esa tarde en la que sin mediar palabra ella me clavó una aguja de tejer en la cara y todo porque le dije que si no le parecía que la minifalda que se había puesto para ir al cumpleaños de mi madre, no era demasiado corta”.
Infinidad de casos que hablan acerca de este tipo de violencia física que por lo que apreciamos, se suma a la psicológica.
Para entender más específicamente –tal como figuran en parecidos estudios- cuáles son los tipos de maltrato –más allá de los físicos que estadísticamente han ido en aumento sobre todo en Hispanoamérica y en los Estados Unidos- que reciben no pocos hombres, vamos a detenernos en unas aclaratorias comillas:
“Sin duda alguna –nos dicen- debemos destacar como causa directa de lo que nos ocupa, a la innegable y evidente degradación que, al igual que las mujeres, también sufren algunos hombres que son señalados por su pareja, delante de familiares o amigos, como personas inútiles”.
También debemos hablar de “una peligrosa intimidación que es otro tipo de violencia que consiste en amenazar a la otra persona a fin de mantenerla alerta y ansiosa, obligándole, en la mayoría de los casos, a sentirse realmente mal con mucho miedo y temor”.
Algunos de esos ejemplos son:
“¡Vete de casa!
“Me marcharé con los niños a los que no volverás a ver”.
“Cualquier día de estos me encontrarás muerta con una nota diciendo que fue por tu culpa”.
“Ten mucho cuidado porque voy a ir a la policía diciendo que me has maltratado”.
Nos recuerdan que tampoco debemos olvidarnos de la denominada “sobrecarga de responsabilidades” o lo que es lo mismo: hacer que los hombres se sientan responsables al cien por cien de todo lo que ocurre en casa y así, un extenso etcétera que tiende a privarles de libertades tanto hogareñas como sociales:
…“Sin dejar de mencionar algo vital en este tipo de violencias, como es la propia violencia física, partiendo de una simple cachetada hasta hacer que el varón se sienta culpable de cualquier circunstancia negativa que ocurra en ese entorno hogareño ya que ‘esto es culpa tuya’ –como se le acusa-por ser como eres”.
Sobre todo este tipo de violencias en cualquiera de sus manifestaciones es muy difícil pronunciarse, pero lo cierto es que existen.
Veamos lo que nos comenta P.T. al contactar con “Tu Revista:”
“No deberían caer en saco roto tantas humillaciones que sufrimos algunos hombres. Yo, hablo de lo que vengo soportando en carne propia…En cada reunión que tenemos con amigos o familiares, paso a ser el protagonista ya que mi mujer habla con los invitados diciéndoles que ‘este –refiriéndose a mí- no sirve para nada, ya no es el que era’ y así va provocando las risotadas de algunos ó las miradas piadosas de otros, pero lo cierto es que soy el paladín de los estorbos y de los inservibles ante los amigos, ante mis suegros, ante todo el mundo . Y yo me pregunto: ¿A quién recurro? ¿Cómo puedo denunciar esas vejaciones? Y lo que es peor: ¡¡ ¿Algunos de los que forman esa corte de cómplices que ríen ante tamaña humillación: irían como testigos ante una denuncia que ni sé si prosperaría!!?”.
Lo dicho: la violencia de género es una lacra que no cesa en contra de tantísimas mujeres del mundo entero pero, detengámonos también a pensar que no pocos varones sufren una violencia silenciosa, que se calla habitualmente por esa vergüenza social de la que nos hablan los estudiosos y que, obviamente: tampoco debemos olvidar.
¡¡Violencia cero en mujeres…Y en hombres!!
© Bayres / ALGENTE