SUPERVIVIENTES: La aventura de sus vidas

Un formato irresistible, una audiencia masiva… y un espacio que tiene el don de disparar la fama de sus participantes o de convertir en populares incluso a quienes no eran conocidos antes de arrojarse del helicóptero. Una aventura inolvidable para concursantes y espectadores.

Para muchos, decir que ven “SV”, es poco menos que contraproducente en el perfil de quienes van por la vida “vestidos de intelectuales”…

No sólo que lo ven-lo han visto, sino que en la gran mayoría “manejan” datos-detalles-nombres del reality y sus componentes.

Un espacio que tiene el don de convertir en populares a quienes no eran conocidos antes de arrojarse del helicóptero, como parte de una aventura que se permite el lujo de incluir en sus historias.

Rostros que, al final, claro que entran en una rutina televisiva a golpe de imágenes.

Y lo curioso es que muchos de “esos muchos” (que sólo ven programas culturales/educativos y el Telediario), conocen –por ejemplo- el cambio de “look forzoso” de Bigote Arrocet, la llamada que le hizo María Teresa Campos y el emocionado silencio de este concursante que (estrategia o no) por su aburrida permanencia, tendría que haber durado una semana.

Tampoco pasó inadvertida la actitud de Gloria Camila y su Kiko, al devorarse –sin compartir con nadie más- la gran tarta de su cumpleaños, así como las “falsas” expulsiones de algunos concursantes que, a pesar de haber sido votados para que se fueran a casa, sorprendentemente fueron a parar a otra casa, “la del árbol” y a otros “inventos” continuando en el concurso pese a que las votaciones tenían otro destino.

Los “intelectuales”, al igual que esos millones de telespectadores que dieron éxito de audiencia al programa ¡se lo saben todo!

Un “show” televisivo que una vez más ha servido para conocer el “otro yo” de sus participantes a la hora de compartir, solidarizarse y enfrentarse por un mísero trozo de cualquier cosa que llevarse a la boca.

Hay que felicitar a los ocurrentes guionistas que a base de visitantes sorpresas y castigos, fueron potenciando lágrimas y rabias según las circunstancias. Todo ello –no lo olvidemos- avalado por los “otros participantes”, los que desde el plató supieron sacar las espadas para defender “a los suyos” haciendo de este reality algo diferente y más televisivo que nunca.

De ahí que se haya metido en tantísimos hogares y que, por ejemplo, la singular italiana mostrase su particular forma de reírse y que “la mierda” (con y sin metáfora) se desparramara por la isla, tal el caso que involucró a Leticia Sabater (“un apretón lo tiene cualquiera y no puedes elegir el sitio”) o al chico rapado a cambio de tres bocatas, que machacó a su entorno olfativamente hablando, por haberse “hecho” encima…

Pero bueno, dicen que la ídem trae suerte, o sea que, abramos los brazos…

Y todo eso lo vio media España que, entre otras imágenes y tardías ocurrencias,  supo “sobrevivir” al aburrimiento del otrora ocurrente Bigote.

Espectadores que seguramente hoy se preguntarán:

¿Más allá de las huellas que dejan los mosquitos: cómo se las ingeniarán muchos de ellos para ir por la vida  después de haberles conocido en esa “intimidad” en la que somos como verdaderamente somos…?

 

Fotos©Mediaset España