RUPHERT 112
Este mes, lo primero deciros que el 10 de julio es San Cristóbal.
Un Santo maravilloso y tan importante que casi después de Cristo y San Pedro, viene él.
Es uno de los Santos más grandes. Espiritualmente hablando, es mi padre y mi protector.
Cuando me hicieron santero, mi madre era la Virgen de Regla y mi padre San Cristóbal. En su imagen, va con el niño en brazos. Le tengo mucha devoción porque todo lo que le pides, te lo concede. Y el día 11 es San Benito, a quien también se venera muchísimo.
He estado de nuevo en París. Me pilló una tormenta en Sacre Care, mientras que en Notre Dame estaban ‘con los cuchillos’, era una cosa de locos, había alguien con navajas… Todo París se paralizó, fue un lío muy grave. Parecía –salvando las lógicas distancias- una de las maravillosas películas de Spielberg, aunque yo creí que ya había llegado mi hora… ¡Creí que me moría! Estaba esperando mi taxi para ir al aeropuerto y regresar a Madrid cuando de repente se nubló de manera que se hizo de noche, comenzaron a caer rayos, el cielo estaba como en una película: como una estampa preciosa pero llena de dolor por esa cruda realidad.
Al salir de la Iglesia fue como si el agua cayese a chorros. Los agentes de seguridad tuvieron que abrir las puertas del Sacre Care para que se pudiera guarecer todo aquel que estuviera cerca porque con el viento, creíamos que íbamos a salir todos volando, tal es así que pensé que me iba a ir al más allá en ese momento…Que había llegado mi hora, no existía un lugar y una estampa mejor que esa para despedirme, a las puertas del Sacre Care. Estaba dando gracias de todo lo que estaba viendo. Esos rayos en un cielo de colores, los chorros de agua, el viento… Yo, en el suelo, empapado… He vivido algo espectacular. La gente lloraba a lágrima viva. Creo que el único que estaba un poco alegre en ese momento, era yo, porque no me importaba que fuesen mis últimos momentos en la tierra estando en un lugar tan maravilloso. Y de pronto, a los 20 minutos, desaparecieron las nubes y salió el sol. Que fue cuando llegó mi taxi y tardó casi 4 horas en llegar al aeropuerto porque estaba el tráfico imposible después de lo que había pasado.
A mi llegada a Madrid, me fui directo al cumpleaños de Jenny Llada. Llegué muy tarde y ya se habían ido muchos invitados, muchos artistas, pero pude disfrutar de un lugar maravilloso. Fue una noche inolvidable, como un renacimiento.
Pocos días después, grabé con Jenny -para una productora que lo va a vender al mundo entero- un programa contando mi vida. A Jenny la encontré guapísima, parece que tuviera 30 años… Y está trabajando mucho ahora con este programa de interés para televisiones de medio mundo.
Una anécdota que recuerdo de mi vida con Jenny es que cuando llegué a España desde Argentina, ella venía a mi peluquería siendo novia de Pedro Carrasco. Ella le traía para que mi hermana le arreglara el pelo. Un día vino Pedro Carrasco con Rocío Jurado. Y yo les pregunté: ‘¿qué ha pasado?’ a lo que Rocío me contestó textualmente: ‘Ahora es mío, Ruphert’.
Después las dos –Jenny y Rocío- se hicieron muy amigas y nunca hubo celos entre ellas.
Sobre su hija Gloria Camila, quiero decir que me gustó mucho su paso por la isla porque, en fuerza, vitalidad, ilusión, luz, empuje, ganas, en todo, me recuerda mucho a Rocío y no puedo negar que me da mucha pena que no se hablen las dos hijas.
Así es la vida de sorprendente.
Cariños para todos los lectores que me siguen incondicionalmente.