PIPI – No pares…
Tal y como anunciamos el mes pasado, Pipi es un tipo tan sincero y tiene tantas cosas que contar, que una sola entrega no era suficiente…
El periodista habló y como casi siempre “la armó” con sus relatos, vivencias y anécdotas vividas en primera persona que publicamos en nuestra edición anterior. Unas páginas que no sólo devoraron nuestros lectores habituales, sino comentaristas de radio, compañeros y colaboradores de televisión, ya que no es común hablar de intimidades profesionales y sentimentales con la transparencia con que él lo hace.
Pipi habló y como casi siempre “la armó” con sus relatos, vivencias y anécdotas vividas en primera persona que publicamos en la edición anterior de ALGENTE en unas páginas que no sólo devoraron nuestros miles de lectores habituales, sino comentaristas de radio y colaboradores de televisión, ya que no es común hablar de intimidades profesionales y sentimentales con la transparencia que él lo hace.
Con inteligencia, buenísima memoria y sin perder categoría, Pipi fue mezclando recuerdos profesionales de su gran pasión: el fútbol, con su otra gran pasión: las mujeres, a las que suele conquistar en un “pis pas” como lo hizo con todas y cada una de las que mencionó “y un etcétera kilométrico de nombres que me reservo para que varios patios mediáticos no se pongan patas para arriba.”
En la anterior entrega nos recordaba por qué y cómo su matrimonio se hizo añicos al haber sido “retratado” con Terelu Campos en la portada de una revista, tras lo cual “recordaréis aquellos momentos míticos –nos decía con un semblante mitad serio mitad sonriente- en los que mi ropa volaba por encima del muro de mi casa, del jardín a la calle; lo vio todo el mundo por televisión. ¡Qué momento! Pero lo he superado y aquí sigo…De esto hace ya trece años. Y lo que me queda…Esto es cuesta abajo y sin frenos en este Madrid donde llegué con 19 años después de abandonar el fútbol que, como me apasionaba tanto, creí que iba a ser mi futuro. Jugué en los filiales del Sporting de Gijón tanto en infantil como en juvenil, pero tuve una lesión en la rodilla, un accidente futbolístico antes de aquel “otro accidente” sentimental en el que no supe qué puesto llegué a ocupar con todo lo que me cayó encima. En el fútbol sí que lo sabía: jugaba de lateral izquierdo; era rápido, muy flaquito y zurdo, pero durante un partido a los 17 años, me rompí, como digo, la rótula y entonces cambió mi vida.
Fue cuando decidí instalarme en Madrid donde tuve la suerte, a esa edad, de jugar mis partidillos con los veteranos del Real Madrid: Alfredo Di Stéfano, Pancho Puskas, Amancio, Vicente del Bosque, Goyo Benito… Y después he jugado también con Zidane, Butragueño… Tanto en la vieja Ciudad Deportiva como en Valdebebas durante 38 años.
Pero bueno, sobre mi otra “cruzada”, deciros que al aterrizar en Madrid vivía con mi novia de aquellos momentos: Conchita que era subdirectora en el Banco Hispanoamericano en Úsera.
Ella tenía un piso cerrado en Móstoles, en el Parque Estoril y me dejó vivir allí. Yo trabajaba en la discoteca Cerebro como Dj, que era una discoteca espectacular. Todos los días de la semana estaba llena y allí compartí momentos únicos por ejemplo con Romy Schneider, Fabio Testi -cuando estaba con Úrsula Andress-, Cassius Clay, Manolo Velázquez, Pirri… Era una discoteca muy glamourosa. Corría el año 76.
Yo me traje de Gijón una Lambretta con la que me movía por todo Madrid. ¡Pasé más frío! Y no he perdido ese espíritu motero, sigo yendo en moto. Aunque en mi vida privada, a veces, también pienso que voy “como una moto” y sobre todo en el amor, aunque he aprendido a frenar a tiempo.
Ya os hablé de Teresa, mi única esposa y de lo bien que nos llevamos a pesar de lo que sufrió.
Igual de bien me llevo con Miriam con la que guardo, asimismo, una relación muy sana y de mucha ayuda mutua. Tenemos una gran empatía y una maravillosa complicidad.
Entre ella y yo ha muerto la pasión, ha muerto el deseo y una pareja sin eso, no es una pareja, pero sí somos dos personas que se profesan un cariño que nuestra hija agradece haciéndonos fuertes en beneficio de la pequeña que es nuestro gran tesoro. Ella tiene que disfrutar de una infancia feliz como la que yo tuve, aunque con la mala suerte de quedarme huérfano muy joven. Perdí a mi padre con 21 años y a mi madre con 22. A partir de ese momento tuve que empezar a luchar solo contra “los elementos” y contra “alguna elementa”.
Tengo una hermana con la que tengo una relación en la distancia y hay muchos kilómetros por medio. Pero mi infancia la recuerdo muy feliz, en una ciudad maravillosa como es Gijón. Me siento gijonés por los 4 costados, sportinguista hasta la médula (iba al Molinón con 8 años, he visto debutar a míticos como Quini, el Brujo, Antonio Maceda, Quique Morán, Enzo Ferrero…) y podría hablar de unas raíces y una niñez paseando con mis padres por el parque Isabel la Católica y siempre feliz.
Nuestra familia era humilde en la que no nos sobraba pero tampoco nos faltaba…Qué tardes aquellas dándole y dándole a aquel balón de reglamento con una portería que formábamos con dos piedras. Se jugaba mucho fútbol de calle, tradición que ahora se ha perdido un poco. De hecho puedes vivir en un edificio y no conocer a tu vecino. Antes eso no era normal. Los vecinos entraban unos en casa de los otros, se quedaban con los niños de uno, jugaban todos juntos… Ahora no: todo es más hermético y creo que las relaciones sociales pasan por una crisis muy grave. Y eso me parece que es malo para el ser humano.
Por eso agradezco la niñez y la adolescencia que me permitieron tener, no sin sacrificios.
A mí, mi padre, no me dejó fincas, ni una cuenta corriente abultada…
¡Me dejó una buena cuota de valores!
¡Heredé valores, no heredé nada material!
…Para mí, lo más importante.
Creo que he sido y soy un padre responsable y cariñoso. El legado que me gustaría dejarles es que tengan personalidad y los mismos valores que mi padre me inculcó a mí.
Mi padre me dio genes de buena persona, por eso es un auténtico mito para mí.
Era trabajador de una empresa llamada Ensidesa con más 30.000 trabajadores -creo recordar-. Eso hoy es impensable para una fábrica; era una siderurgia de acero, de calderería y mucho más, algo descomunal, el sustento de Asturias.
Y precisamente, una de las razones por las que me vine a Madrid fue que quería darle la alegría de que su hijo pudiera entrar a trabajar en esa fábrica como ingeniero. Por eso estudié ingeniería industrial, para que mi padre, como humilde trabajador, tuviera esa alegría. Luego las circunstancias de mi vida cambiaron…
Un día me crucé con Jesús Hermida y después conocí a José María García con quien empecé a hacer mis primeros pinitos deportivos.
Como vemos, proyecté una cosa y salió otra. Mi vida es un accidente constante como el accidente mediático que se cruzó en mi camino al conocer a Terelu: una persona que también por su madre era de una gran efervescencia mediática originando un interés increíble por esa pareja, la que formábamos ella y yo, televisada, radiada y fotografiada, originando un boom que había que vivir en propia carne con todas sus consecuencias. Creo que comparando con otros casos, en esos años, fue la pareja de la que más se habló. Durante mucho tiempo fui el culo donde daban las patadas que no se atrevían a dar a la madre y a la hija. Pagué ese peaje, pero estoy vivo, eh…
Estoy vivito y coleando, como demostré a quien tuviera que demostrarlo, el último día de los enamorados. Porque veréis, veréis cómo celebré -a falta de ningún otro “accidente”- el último 14 de febrero: en vez de celebrarlo como “San Valentín” lo celebré como “¡San Calentín!” y la verdad es que disfruté un montón con una buena amiga mía.
Esto es lo bueno de tener una amiga que aparece y desaparece…
Aparece y desaparece como Ronaldo en los campos de juego…
Hablando en serio: las mujeres que subrayo con mayúscula en mi vida, son mi madre y mi hija, por supuesto, por encima de todo. Y mi primera mujer, Teresa, que estuvo conmigo como ya os dije la friolera de 25 años. Para mí Teresa fue una mujer leal, con muchísima paciencia. Una mujer a la que admiro y admiraré siempre. Es una historia importante de mi vida.
Terelu, en su momento, fue quien le dio aire fresco a mi corazón, pero luego me di cuenta de que no era la persona adecuada…Fue un grave error porque no fue quien yo pensaba que era.
Durante los primeros meses tras tomar la decisión de dejarme, no lo comprendía, y así fue que durante mucho tiempo viví con una especie de síndrome de Estocolmo ya que si empleo la metáfora de que ella me había “enganchado sentimentalmente” era lógico que no pudiera desprenderme de su esencia, de ella misma y padecer en mi corazón ese síndrome aplastante.
Pero una vez que me curé, me recuperé y comencé a sentir una liberación tremenda, sin dejar de preguntarme cómo y por qué me metí en eso.
Pero claro, a toro pasado, es muy fácil hablar.
Tengo que reconocer que también hubo etapas muy felices pero fue sólo un año ya que los otros dos años y medio, de los tres que duró aquello, fueron un auténtico calvario porque parecía que vivía con un “espía” que me controlaba todo, en vez de con una persona con la que tenía que compartir una vida. En cambio Miriam es una mujer con la que actualmente tengo una relación personal maravillosa.
Estamos mucho más civilizados, la relación es mucho más racional; ahora podemos dialogar, antes discutíamos mucho. Pero la situación ha cambiado y tenemos una amistad muy buena. Soy feliz porque ella es feliz, la pareja que tiene es muy respetuosa con ella, algo que me agrada y me da muchísima tranquilidad y en ese sentido estamos todos muy bien, Miriam, su novio, mi hija y yo.
Y le agradezco mucho a su pareja porque ahora es él, el encargado de ir al Corte Inglés.
Como veis estoy bien, bajo mi techo y los amigos y colegas con los que comparto radio y televisión. En la actualidad, además de en otros sitios, me encuentro felicísimo en “El Chiringuito” con Josep Pedrerol, otro comunicador brutal que al igual que aquel García en sus mejores tiempos, tiene muchísima personalidad ante la gente y en el medio. Estoy hablando de dos comunicadores innatos. Evidentemente a ese “don” hay que sumar la profesionalidad y las ganas de hacer las cosas, sabiendo perfectamente el tratamiento que hay que darle a la información.
Josep Pedrerol, por ejemplo, es una persona muy responsable con su trabajo. Un profesional que se exige mucho a sí mismo y por eso exige tanto a los demás. Para trabajar con él tienes que tener las ideas muy claras. Josep es mi jefe y a la vez es mi amigo. Aunque sea complicado ser jefe y amigo, en nuestro caso lo tenemos muy claro. Sé lo que exige, sé lo responsable que es en su trabajo y cuando exige a los demás es porque se exige a sí mismo muchísimo más. Yo, sinceramente, siempre le estaré agradecido porque cuando salí de ‘Supervivientes’, la primera mano me la tendió él, profesionalmente, para trabajar en Punto Radio y así poder continuar con mi trayectoria profesional y eso es algo que nunca olvidaré porque tengo claro en mi vida que es de bien nacido ser agradecido.
Quien quiera estar junto a Pedrerol tiene que saber que lo que tiene que hacer es currar ¡No admite a los vagos ni la traición! Y los que estamos con él nos sentimos satisfechos y orgullosos.
Como de igual modo me sentí y en el recuerdo de aquellos años me siento al evocar aquella etapa junto a José María García a quien, no sólo le admiro como profesional sino como persona. Como profesional es un periodista irrepetible, la radio se ha quedado completamente vacía desde su marcha. Y sino que se lo pregunten a quienes disfrutaban con aquellas noches de Pablo, Pablito, Pablete… Noches irrepetibles. José María García era un periodista de autor, siempre tenía información de primerísima mano y cuando él se ponía en marcha a partir de las 12 de la noche, más de uno temblaba porque sabía que la información de García le podía costar caro, como fue el caso de Pablo Porta en la Federación Española de Fútbol….
Qué noches aquellas…No olvidaré cuando le comenté que Mijatovic había fichado por el Real Madrid a lo que me preguntó que, cómo lo sabía yo: “¿si aún faltan tres meses para que finalice la Liga?” –me dijo-. Le contesté que no le podía decir el cómo pero que llegado el momento lo entendería. El caso es que me dijo que esa misma noche lo iba a dar en primicia en el programa y que si finalmente no se cumplía, me cortaba los c…
Y como en tres meses puede pasar de todo, estuve todo ese tiempo un poco acongojado, por decirlo finamente.
Otro recuerdo peligrosamente entrañable: cuando me pidió que fuese a buscarle en moto a Valladolid para poder llegar a tiempo a hacer el programa desde Madrid y ¡¡ojo al dato! ¡Estábamos en fechas de ‘operación retorno’ y las carreteras…colapsadas! Dios mío, José María y yo en una Lambretta por esas carreteras abarrotadas. Yo estaba en Madrid y le respondí que encantado iba a por él. Ya de regreso con José María en la moto, recuerdo que a la altura de Villalba el tráfico era un caos. Por eso iba sorteando coches mientras él no hacía más que gritarme ¡’coño, ten cuidado, coño ten cuidado!’. Y yo le decía que “con cuidado” no íbamos a llegar a tiempo.
Fue cuando me pidió que me metiese por el arcén, pero yo no quería porque si nos veía la Guardia Civil, nos iba a caer una buena multa. Él me dijo que no me preocupase por la Guardia Civil, que de eso se encargaba él. Le hice caso pero, claro, nos paró la Guardia Civil. Le dio igual ya que cuando se quitó el casco les dijo: ‘es que no llego a trabajar, queridos, no llego a trabajar…’ y al ver que era el famoso García nos dejaron ir sin más…Por poco nos abren el paso… Pude compartir con él personalmente el Mundial de Méjico del 86, que lo viví con muchísima intensidad. Fue el primer mundial serio de Antena 3 radio, cuando ya era una cadena nacional y circulaba mucha publicidad; era un momento de muchísima responsabilidad y salió todo muy bien.
Yo creo que el gran error que cometió García fue empezar a ponerse nervioso cuando comenzó a responder ciertas “lindezas” de José Ramón de la Morena que entonces era su rival nocturno y a partir de ahí, José Ramón empezó a ganar la batalla al tiempo que J.M. García iba perdiendo audiencia, aunque su audiencia seguía siendo millonaria.
De hecho, en aquellos momentos se decía que era el hombre que más cobraba en la radio española, tanto es así que se afirmaba que cobraba mucho más que los jugadores de fútbol. También creo que si hubiera seguido en la Cope, hoy todavía estaría vivo profesionalmente.
O sea que estoy donde tengo que estar, por eso, al poder volcarme profesionalmente con todas mis fuerzas, sigo el camino de rectitud profesional que me impuse. Por lo demás, mi vida transcurre con muchísima sencillez: me levanto a buena hora, hago mis labores de padre llevando a mi hija al colegio; cuando me toca tertulia en la radio voy a la radio, grabo mis cosas en Movistar Plus para ‘El Tercer Tiempo’, el programa que presento los lunes a las 8 de la tarde, tengo mi trabajo en ‘El Chiringuito de Jugones’ y siempre al pie de la actualidad por supuesto para escribir el artículo de los lunes en ‘La Razón.’ Salgo por la noche con cuentagotas. Únicamente a sitios que verdaderamente me gustan como es el caso de ‘Joy Eslava,’ los miércoles, con unos amigos que hacen ‘Crazy’ con los que colaboro. Un espectáculo maravilloso que dirige mi amigo Andrés de la Fuente. Pero salgo muy pocas veces por la noche porque tengo que madrugar bastante al día siguiente. Mi vida en ese sentido también ha cambiado.
Soy muy apañado en la cocina. Me gusta cocinar y nadie me gana friendo huevos. El toque que yo les doy es maravilloso, incluso el color de la yema es completamente diferente. El plato del que más orgulloso me siento, porque se me da fenomenal, es la fabada asturiana. Tengo mucha paciencia para cocinarla, pongo las fabes en remojo, la cocción es lenta desde por la mañana y hago unas fabes que no tienen nada que envidiar a las que se sirven en los grandes restaurantes.
Y este, más o menos, soy yo, un hombre entregado en todo lo que hace y por supuesto, un ser humano que ama la vida mientras sigue aprendiendo a vivirla con la menor cantidad de “accidentes” posibles.
Un fuerte abrazo a todos, gracias por la multitud de comentarios recibidos por diferentes medios y ya saben… ¡Nos encontramos en cada esquina con la mejor de las sonrisas!
©Nuria Santero/ALGENTE
Fotos©Marcelino Bonamino