PIPI ESTRADA: El grito de la injusticia…

Pasan los días, las jornadas del fútbol nacional e internacional avanzan, las noticias se suceden, pero no por eso hay que olvidar hechos que, por injustos,  no deben caer en el olvido.

Por eso, hoy, quiero hablarles de la impotencia que vivió el Club Atlético Osasuna sobre el rectángulo de juego por el mal arbitraje del colegiado Estrada Fernández, motivo por el cual, la Junta Directiva del conjunto rojillo, presentó una queja formal.

Evidentemente, con esa decisión, quedó claro que los dirigentes, jugadores y aficionados de El Sadar, entienden que el árbitro, en aquel momento crucial, perjudicó notablemente al equipo pequeño.

Es el grito de la injusticia con todas sus letras porque quienes fueron perjudicados, también son hijos de Dios y Osasuna –ni decirlo- necesitaba, indiscutiblemente, los puntos para luchar por el milagro de la permanencia.

Por todo ello, en Pamplona, claman al cielo y se sienten muy enfadados por lo ocurrido ante el cuadro de Sampaoli.

El Sevilla se llevó los 3 puntos en un partido con unas imágenes tan claras como la de obviar el empujón que Oriol sufrió en el 2-3,  hecho que como se apreció a la hora de las conclusiones, fue decisivo para que Osasuna no puntuara en ese encuentro.

Por eso no es de extrañar que el delantero Oriol estalle.

También hubo otras decisiones que pusieron en pie de guerra a los jugadores navarros, como un fuera de juego inexistente de Rivière sin que lo indicase su asistente que tenía mejor visión de la jugada.

Todo esto unido al criterio dispar que  llevaron al Señor Estrada Fernández a sancionar las faltas y tarjetas, circunstancias que todo el mundo en Pamplona interpretó -con argumentos concretos- como episodios que influyeron notablemente en el resultado final del partido.

Este grito de injusticia en la voz del modesto Osasuna, no va contra el respeto que el Club tiene por el Comité Técnico de Árbitros de la Federación Española de Fútbol que dirige Sánchez Arminio, pero sí exige ser tratado con igual respeto para pelear en igualdad de condiciones e intentar, nada más y nada menos que ¡¡ salvar ‘el pescuezo’!!