MÍCHEL GORDILLO: UNA HAZAÑA DE ALTOS VUELOS
Miguel Ángel Gordillo es el primer español que dio la vuelta al mundo pilotando un avión monoplaza experimental MCR01 construido por él mismo en el garaje de su casa.
Con formación en el Ejército del Aire y con años como piloto de Patrulla marítima, así como de los Falcon 20 en el Escuadrón del Rey transportando a importantes autoridades españolas —la Familia Real, y altas autoridades-, obtuvo, en 1982 la graduación en el Curso de Navegador Avanzado en la Base Aérea de Mather en Sacramento, California. Cinco años más tarde cuando iba a ser ascendido a comandante, lo que suponía en la práctica dejar de volar y realizar tareas de despacho motivo por el que abandonó el ejército convirtiéndose en piloto de Iberia donde terminaría su carrera como comandante de Airbus A320. En el 98 fue el primer piloto que voló en un ultraligero —un Kitfox IV— desde Madrid hasta Oshkosh, Wisconsin, Estados Unidos, viaje que hizo historia pues recorrió la ruta larga, por el este, atravesando Europa, Asia, Rusia y Canadá. Por fin en el verano de 2001 dio la vuelta al mundo en 44 días, convirtiéndose así en el primer español en realizar semejante hazaña.
Hoy recibe a ALGENTE, para recordar aquellos días y para hablarnos de su tercer periplo, de momento por el Polo Norte y a partir de octubre “si se solucionan una serie de inconvenientes” completar dicho proyecto, (Fase 1 – Madrid al Polo Norte a través de África y del Sur / América del Norte – Polo Norte – Madrid y Fase 2 – Madrid al Polo Sur a través de África – Australia – Antártida – América del Sur – África – Madrid llegando hasta el Polo Sur) pilotando un RV8 experimental como misión científica para medir los niveles de hollín atmosféricos, que sin duda volverá a ser otra extraordinaria hazaña, de la que, como decimos, sólo se ha cumplido la primera Fase.
¿Qué puede decirnos del nuevo vuelo que completará a partir de octubre?
Poco a poco las gestiones van avanzando aunque quedan puntos fundamentales por resolver como lo son el patrocinio, el apoyo de los países del tratado antártico y el suministro de combustible allí.
Hablamos de un piloto que será el primero en haber sobrevolado (la primera parte ya la ha cumplido) los casquetes polares con un avión de menos de 1500 kg.
¿Qué hay que tener para emprender semejante aventura: arrojo, valentía?
De conseguirse, se trataría de la primera vez en la historia de la aviación que un avión tan pequeño consiga dar la vuelta al mundo por los Polos. No es tarea fácil. Se ha intentado varias veces y no se ha logrado.
Para conseguirlo hace falta preparación, constancia, una dosis de imaginación y la firme voluntad de seguir adelante.
Mientras espera la fecha a partir de la cual emprenderá su viaje rumbo al Polo Sur, recordó para ALGENTE su primer vuelo alrededor del mundo “que emprendí un 19 de marzo de hace quince años haciendo el primer vuelo de prueba pero que en un principio se redujo a tres minutos cuando, después del despegue, la cabina se llenó de humo y mis piernas se empaparon de combustible. La salida oficial fue desde el aeropuerto de Salamanca desde donde volé a la Academia General del Aire y desde allí, pude poner rumbo hacia mi primer destino: Grecia…
Cuéntenos algunos detalles, algunas emociones…
Después de bordear por el norte la isla, crucé el estrecho de Mesina hacia la costa oeste italiana para volar luego a Kerkira, en Grecia (…) Cuando estuve sobre el mar de Creta, subí un poco para aprovechar una interesante componente de viento en cola que acortaría notablemente la duración de la etapa antes de sobrevolar Creta pasando sobre la ciudad de Ayios Nikolaos… ¡Y al día siguiente, el primer reto!
¿Cuál?
Cruzar dos importantes desiertos, con el avión muy cargado de combustible y una gran expectativa de fuerte turbulencia.
Escuchar a Miguel Ángel Gordillo narrar anécdotas y episodios con una increíble naturalidad, da ¿fuerzas tal vez? para afrontar “otras” rutinas que aunque cercanas y a pie de calle, nos marean en nuestro día a día….
¿Cómo se ve el mundo desde allí arriba?
Ver el mundo desde la atalaya que supone ser un avión ligero, es un lujo.
La baja altura la proporciona la visión tridimensional de un mundo sorprendente, sin fronteras, sin barreras. El vuelo es el encuentro del hombre con la tierra, consigo mismo, con Dios.
Miguel Ángel nos cuenta con pasión cada minuto de ese increíble vuelo no exento de interminables contratiempos:
Cuando faltaban unos 1.200 kilómetros, el mar dejó de ser cristalino y se convirtió en un intenso azul para, de nuevo, volverse límpido y desaparecer completamente a la altura de Al Wajh.
El día que pude ver una auténtica maravilla: el delta del Ganges…Y fue entonces cuando nuevamente volví a sentir un ruido que me resultó familiar, unido con un silbido y viento en el pelo ¡La cabina había vuelto a desbloquearse y no lograba cerrarla! La proximidad del suelo complicaba notablemente el vuelo y hubo un momento en que la situación fue crítica. Por fortuna, logré enganchar uno de los seguros y, poco a poco, asegurar la cúpula”
Uno de los placeres del viaje fue “aterrizar en Yangón…Me encanta Myanmar y su gente. Había reservado un día de visita y descanso. También tenía la ilusión de ver a mi amigo Jordi, quien vino de Vietnam para recibirme. Él me acompañó hasta U-Taphao, base militar tailandesa, desde donde iniciaría el largo vuelo a Manila, cruzando Camboya, Vietnam y el temido mar de la China, donde los tiburones dicen que están hambrientos. Lo último que deseaba era una parada de motor…
Y cómo olvidar su paso por Filipinas: “El tifón Udor acababa de pasar por allí causando numerosas muertes. Aunque nos encontrábamos lejos de su centro, su acción era aún notable (…) Ya en las proximidades de Manila, sendas tormentas dificultaban la llegada y fueron necesarios numerosos desvíos para evitarlas.”
En otro momento de la amplia entrevista que mantuvimos nos dijo que él siempre buscaba “las zonas más claras de nubes, augurio de pasadizos que me llevarían al destino, sin dejar de pensar en aquel dicho: “Siempre hay un hueco para el piloto honrado”.
Entre sus páginas más recordadas selecciona una que le traslada al momento en el que puso rumbo a Cheju, “isla surcoreana y cómo tuve que salir del avión y sacarlo de la pista para no interferir los vuelos. Con el avión cargado a tope y una rueda bloqueada, no fue nada fácil. La llanta de fibra de carbono de la rueda se había deformado bajo el peso del avión y había cedido. Un gran avión comercial, para iniciar su movimiento, aplicó una considerable potencia que casi arranca de cuajo la cúpula de mi avión y produjo un enorme daño a la estructura de la misma”.
Después, y ante los ojos atónitos de los coreanos que fueron testigos de esas horas aciagas para nuestro anfitrión, recordó cómo pudo superar aquella difícil circunstancia:
Desmonté la cúpula, corté juntas de goma y quité varios remaches antes de desmontar parte de la estructura. Pude enderezar los tubos de aluminio y volver a instalarlos, remachando y pegando (…) Un tornero pudo hacerme en dos horas una copia exacta en acero de aquella frágil llanta. Con ella en la mano, nos dirigimos al aeropuerto, montando el conjunto en el avión y despegando inmediatamente hacia Hakodate, en Japón, con el tiempo justo de llegar antes de que cerraran el aeropuerto de destino. Una parte de mi corazón se quedaba en Cheju.
Y ya casi al finalizar la increíble hazaña, nos comentó, cómo pudo superar aquellos momentos de angustia cuando “ya sobre Canadá, tuve un par de conatos de parada de motor por formación de hielo en los carburadores. Afortunadamente pude descender rápidamente a niveles más calientes, aunque las condiciones no eran favorables (nubes bajas y altas elevaciones).
Ya a unos 250 kilómetros de Groenlandia, las nubes se retiraron a la manera de las grandes cortinas de un teatro. De golpe, un extraordinario paisaje de montañas jóvenes y agrestes se presentaba delante de mí: una gran sonrisa invadía mi cara y una sensación maravillosa me envolvía. Las palabras para describir el sur de Groenlandia serían insuficientes”.
Una experiencia dura y muy intensa…
Sin duda pero me mantuve fiel a los consejos de Javier Anadón para no dejar de luchar a fondo por nuestras metas. Y precisamente este es el consejo que quiero aportar desde aquí, invitando a todos los lectores a que traten de cumplir sus sueños que sólo son posibles con la ayuda de amigos y compañeros, porque así considero a todos los que han permitido hacer realidad aquel vuelo que fue la primera vuelta al mundo en solitario en España como toda la realidad que me rodea…
Ahora, a esperar que el gran Michel Gordillo “nos lleve” al Polo Sur.