Messi: Una decisión justa ¿o injusta?
La decisión de Messi para ti, ¿fue justa?
Muchos, recordando la reflexión de Lillian Hellman, también podrían preguntarse que:
“¿Desde cuándo tenemos que estar de acuerdo con las personas para defenderlas de la injusticia?”
Otros, puede que opinen todo lo contrario, pero lo cierto es que, hoy, después de semanas y tras ver al actual Fútbol Club Barcelona con ausencia de ilusiones reales y a una ‘tocada’ afición que sigue preguntándose si fue o no acertada la decisión de Messi, crack del fútbol mundial, al marcharse al PSG, vamos a recordar algún que otro detalle fundamental en los comienzos de este rosarino universal, centrándonos –principalmente- en cómo se perfilaba su presente y, como veremos, en cómo podía vislumbrase su futura carrera futbolística.
Tal vez así, sabremos si es aplicable o no aquella reflexión.
Para ello, dejando de lado cualquier tipo de subjetividad, recordaremos la situación física que aquel chaval presentaba y cómo pudo seguir adelante con su fulgurante carrera hacia el estrellato, convertido durante años, en protagonista absoluto de un Barcelona que, en la actualidad, no tiene ese ‘gancho’ futbolístico y mediático y en el que muchos se aferran como a un clavo ardiendo, a ilusiones por demostrar aún, como ha sido hablar del esperado regreso de Ansu Fati y poco más.
Mientras tanto, el Real Madrid, como contrapartida, tras la marcha de Messi, fue creciendo en todo lo contrario, barajando nuevas ilusiones futbolísticas con el nombre de Mbappé.
Los barceloneses habrían sido capaces de erigirle una estatua en la Diagonal, en poner su nombre al Nou Camp, a alguna calle, a alguna plaza, en votarle como futuro presidente de la institución, en lo que hubiera hecho falta. Le idolatraban.
Pero veamos cómo fue el comienzo de Messi y la enfermedad que le aquejaba que muy probablemente hubiera truncado su carrera antes de comenzar de no haber existido el apoyo médico, moral, deportivo y económico del Club al que acaba de abandonar…
En junio de 2009, en la edición número 16 de ALGENTE, con declaraciones exclusivas de su tía Claudia Marcela, de ex compañeros, entrenador y primeros contactos de entonces, sin olvidar la presencia de Rexach (recordado futbolista culé), protagonista esencial en aquel presente de Messi, recordábamos sus comienzos y, como decimos, la importancia que tuvo el Barcelona que fue quien terminaría apostando por aquel jovencísimo Leo que tenía que luchar contra una enfermedad que, de no haberla tratado, hoy Messi no sería lo que es.
Y, efectivamente, “fue Rexach quien le hizo firmar a Messi –como dicen- algo así como un contrato simbólico en una simple servilleta y, a partir de entonces, cambiaría el destino de este chaval ya que, por más calidad que tuviese, tenía también algo muy importante contra lo que luchar…El Barça fue quien le apoyó en todos los sentidos”.
Increíble pero cierto.
Para quienes no lo sepan o no recuerden el dato, digamos que como nos confesaban en Argentina, “en el momento que iba a ingresar en las divisiones inferiores del club River Plate, en un control médico de rutina se le diagnosticó el llamado ‘retraso en el crecimiento’ (desarrollo de la estructura ósea) a causa de un déficit en la producción de la hormona de crecimiento… El coste de aquella ‘mala-nueva’ se mezclaba con la alegría de que el mundo del fútbol estaba descubriendo el talento de Messi”…
Recordar ‘eso’ hoy, después de todo lo vivido al marcharse al PSG, es algo que (más allá de los millones que hayan jugado un papel preponderante en ello), al menos: se hace difícil ‘digerir’ ya que –como bien pueden pensar quienes no se aferran solo a lo económico- “si ha llegado hasta aquí después de superar semejante anomalía física, es porque, indudablemente, alguien (además de su calidad) le apoyó”.
Pero para no caer, como decíamos, en ningún tipo de subjetividad y sin juzgar ni prejuzgar la decisión que únicamente le compete al protagonista, vamos a ceñirnos únicamente a determinados hechos para que cada uno pueda pensar lo que le parezca.
Repasemos juntos sin apartarnos de la sobriedad que el caso requiere lo que nos confesaba su tía y que no todo el mundo del fútbol recuerda o incluso conoce como datos ciertos que marcarían el futuro de Messi.
Así nos contaba algo que transcribimos literalmente:
“Había que desembolsar 1000 dólares mensuales (de esos años) solamente por seguir con el tratamiento adecuado y entonces fue que, la vista humana y deportiva la tuvo el Barça, club en el que él, fue ganándose a quienes le apoyaron”.
Pasaron los años y, este último verano, medio mundo vio a Messi llorar desconsoladamente anunciando su marcha, secándose con un pañuelo que –se nos ocurre- imaginamos parecido a aquella servilleta en la que –como se dijo oportunamente- Rexach hizo firmar al futuro astro.
Cuarenta y ocho horas después, las lágrimas se convirtieron en una enorme sonrisa con la nueva camiseta parisina, mostrándole a quienes le admiran (incluidos los millones de culés) una alegría espontánea que vimos como si le saliera desde lo más profundo.
Por supuesto que al presentarse como nueva estrella de su flamante club no iba a llorar pero…Pasar de un extremo a otro es algo que muchos blaugranas jamás entenderán y, menos aún, después de recordar o conocer cómo vivió Messi (y su familia) aquellos años de incertidumbre ante la imperiosa necesidad de solventar su enfermedad y quién iba a hacerlo posible.
Su tía, al preguntarle una vez más acerca de lo que se presentaba como un irremediable problema de crecimiento, nos dijo:
“A los trece años le hicieron un estudio porque era muy chiquitito, es decir, no crecía y fue cuando descubrieron que tenía las hormonas dormidas” –nos respondió textual-.
¿Y cómo vivieron aquel momento? –le preguntamos-.
“Al principio la obra social del trabajo de su papá, se hizo cargo de la mitad del tratamiento que debía seguir y, el equipo donde jugaba, dijo que se haría cargo de la otra mitad pero eso nunca se cumplió”.
¿Y entonces?
“Se fueron a vivir a España y allí sí: ¡el Barcelona se hizo cargo de todo!”
Al leer estas declaraciones muchos (sin juzgar ni pre juzgar) se preguntarán por qué un joven agradecido no encuentra alguna “fórmula” para corresponder a quien le hizo posible construir su futuro futbolístico porque, lo que está claro, es que con la enfermedad que aquejaba algo tan fundamental para un futbolista, hoy, Messi –como decíamos- no sería lo que es.
El recuerdo histórico también debería existir en el fútbol ante casos tan altisonantes como el de Messi.
Pero insistimos: cada uno es dueño de ayudar a fabricar su propio destino y, asimismo, cada uno es dueño (desde la libertad con corrección y respeto) de opinar sobre ciertas actitudes en las que entran -o todo lo contrario-, multitud de factores.
“¡¡No iba a jugar gratis!!” Es lógico que surjan reflexiones, preguntas de este tipo pero, como decíamos, tal vez no era necesario hacer añicos las ilusiones de quien le ayudó a crecer y, por qué no, con un futuro resuelto: plantear alguna fórmula para que ni las lágrimas sean tales ni las alegrías ajenas, tan inmediatas.
“Mi cuñado –prosiguió Marcela Claudia recordando los comienzos de su sobrino en Barcelona -tuvo una propuesta de trabajo y por eso se trasladaron y fue entonces cuando en el Barça probaron a Lionel y le propusieron hacerse cargo del tratamiento de crecimiento-.
¿Quién es quién para juzgar, verdad?
El crack del fútbol tomó esa decisión y punto pero también es lícito que quienes desconocen ciertas pinceladas de sus comienzos, las tengan en cuenta –al menos- para situarse dentro de esa “memoria histórica” en la que destaca la postura de un club que le allanó el camino cuando entonces, sus hoy “millonarias” piernas, clamaban por una ayuda urgente.
Julio Bonamino
Archivo Bayres/ Redes sociales/ALGENTE