MARUJA DÍAZ SE FUE DE PUNTILLAS


Se fue de puntillas. Tras una vida agitada y ruidosa tanto artística como personalmente, su último adiós generó un ostracismo periodístico poco acorde a la trascendencia mediática que acompañó su figura. Hasta siempre, Marujita.

El pasado 27 de abril sopló 83 velas.

Con su patentado movimientos de ojos, su nariz de quita y pon de payaso que nos recuerda a algunos de sus trabajos más aplaudidos en el celuloide de cientos de películas, y sus últimas apariciones “aquí” y allá”, nadie -¡¡ni ella misma!!-, se habría imaginado que al caer el telón de una vida fluctuante artística y personalmente, se iba a encontrar una languidez informativa en torno a su “adiós”.

Y después: las afirmaciones mediáticas con una sobrina que presuntamente hereda más que tristeza y desconsuelo y la bronca de algunos famosos-populares que no pudieron despedirse de la gran artista como ellos habrían querido y, tal como dijeron apesadumbrados,  que se fue rodeada de sólo tres coronas de flores y algún clavel suelto amén de alguna que otra entrevista a quienes fueron sus amigos y algún tinte de exclusividad televisiva a un novio roto del pasado y poco, muy poco más.

Tal vez –o casi seguro-, a Maruja Díaz hay que recordarla en su etapa de artista de tronío, en aquella época de premios, de escenarios con el público puesto en pie, el tirón mediático de dos bodas fugaces en su vida, la que protagonizó con Antonio Gades y aquella unión matrimonial  con Espartaco Santoni en el 58 y que, precisamente duró tres años…antes de caer en los brazos del bailarín aunque ese flechazo durara poco más de un año…

Su túnel del tiempo particular, recuerda sus pelis, sus puestas en escenas y sus guiños sociales pero que nada tendrían que ver con la otra Maruja, la de tirarse los pelos en directo con otra folklórica, la de cierto descaro fuera de calendario en algún yate y la de romances surrealistas con uno o con otro que, después: Sálvese quien pueda, se explicaría a girones en el plató regente de la tele actual.

Trianera hasta la médula debutó en el teatro infantil con apenas 6 años y en la gran pantalla con 16 en “La Cigarra”. 

Hizo teatro, revista musical, tango, charlestón, canción española, cine y televisión. Su voz, de gran ductilidad, le permitió abordar géneros tan dispares como el pasodoble, el cuplé o la zarzuela.

Pero a pesar de los pesares se fue de puntillas, protagonizando un sorprendente ‘mutis por el foro’. Habría que decir entonces, que se ha ido… ¿por la puerta de atrás?

Como asidua y prolongada colaboradora de aquel popular espacio en la Cope, “Directamente Encarna”, ¿qué diría Encarna Sánchez con su verbo directo y afilado acerca del último chirrido a lo Pájaro Loco de su amiga Maruja?

 

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