LUIS MIGUEL DOMINGUÍN…
“LA ALEGRÍA DE LA HUERTA”…
A Dominguín, de quien el pasado 8 de mayo se cumplieron ya 25 años de su fallecimiento, si nos recibiera hoy, lo primero que nos gustaría preguntarle es qué opina de la que ha liado su único hijo varón como popular negacionista, a la hora de hablar del maldito virus que continúa azotando al planeta.
“Estoy jubilado por completo y lo que es más: jubilado y ¡¡a gusto!! Esta es mi casa oficial de la que no pienso moverme ya que soy enormemente feliz habiéndome acomodado a mi nueva filosofía de vida apartándome por completo del bullicio y gozar de esta paz”.
Después de mostrarnos su hermosa residencia, con rincones y salones de los que disfruta todo el año, nos llevó hasta su huerta: “Una huerta que he logrado hacer con mis propias manos…No hay momento más reconfortante que este… ¡Estar aquí, en la alegría de mi huerta! -nos decía orgulloso mientras le fotografiábamos junto a “estos insuperables puerros, a estas increíbles espinacas, a estos fabulosos coliflores, a estas acelgas que son únicas al igual que mis guindillas ¡un espectáculo!”.
¿Por lo demás, hace una vida bastante espartana Luis Miguel?
“Sí, porque me cuido mucho; estoy comiendo sin sal, pero no me importa, porque lo que sale de esta huerta sabe tan bien que prefiero todo sin sal a tomar unas espinacas –por ejemplo- en un lujoso restaurante madrileño”.
El día de nuestro encuentro, nuestro anfitrión se mostró especialmente feliz porque su hijo Miguel le había organizado una fiesta que él recordó como ‘inolvidable’.
“Fue en Milán, por mi cumple (Luis Miguel nació el 9 de noviembre del 26). Miguel me hizo un entrañable regalo ya que me envió los billetes, me reservó el hotel y lo organizó todo-todo y eso, para un padre que apenas coincide con su hijo, es reconfortante, ya que te proporciona esas ilusiones que uno necesita para asumir ‘la jubilación’”…
¿Cuál es su secreto para mostrarse tan jovial?
“Muy fácil: tener ilusiones y además no plantearse aspiraciones imposibles…disfrutar de las puestas de sol, de la lectura, como por ejemplo estos días que estoy leyendo ‘El último suspiro’ de Luis Buñuel”.
¿Quién puede creerse que usted, con lo juerguista que ha sido siempre, haya dicho ‘¡basta’! a nuevas aventuras? –nos atrevimos a preguntarle-.
“Que todo el mundo piense lo que piense, pero yo he cortado con todo. A Marbella, donde tengo casa, tampoco voy. He vivido a cien, pero eso es mi pasado; hoy estoy disfrutando de mi presente. Me encuentro fenomenal aunque reconozco que cada día más viejo…”
Antes de la despedida, nos recuerda que además, tiene “14 cornadas en mi cuerpo y cada una con nombre de mujer…Una cornada me recuerda a Rommy Schneider, otra a Lauren Bacall y, por supuesto, a muchas otras bellezas que he tenido el placer que formaran parte de mi vida…”.
Incorregible y peculiar Luis Miguel Dominguín que, contra todo pronóstico, nos había recibido en exclusiva en esa intimidad que no solía compartir.
A la hora de marcharnos, con una sonrisa y un gesto afable, Dominguín salió a despedirnos hasta los jardines del sitio paradisíaco donde vivía, arriba de una montaña, casi “tocando el cielo con las manos”.
©J.B./Bayres/ALGENTE
fotos©Liliana Cozzi