LA ENTREGA DE IMANOL ARIAS

Imanol Arias

Una obra que representa junto a Jon Arias (su hijo), Jorge Basanta, Fran Calvo, Cristina de Inza, Virginia Flores y Carlos Serrano-Clark con dirección de Rubén Szuchmacher, adaptación de Natalio Grueso, escenografía y vestuario de Jorge Hugo Ferrari e iluminación de Felipe Ramos.

Aunque después de nuestro encuentro con Imano íbamos a disfrutar de la puesta en escena durante su representación en el Teatro Auditorio Ciudad de Alcobendas, amablemente nuestro protagonista (entre bambalinas –bigote pintado incluido-) ya estaba “metido” en su personaje de Willy Loman “que es un viajante de comercio que ha entregado todo su esfuerzo y su carrera profesional a la empresa para la que trabaja con su principal  objetivo: darle una vida mejor a su familia, a su mujer y a sus dos hijos que le adoran y a los que quiere inculcarles la ambición por triunfar y progresar en la escala social”.

Minutos antes de que se abriera el telón para un público expectante que llenaba el recinto, continuamos enterándonos -mientras Imanol posaba para ALGENTE- de algunos detalles de la exitosa historia con la que recorre España:

“Willy Loman, trabajador infatigable, ahora, con sesenta y tres años, exhausto y agotado tras una vida sin descanso, ve cómo su posición en la empresa se tambalea. Sus ventas ya no son las que eran y su productividad cae en picado, lo que provoca que la relación con sus jefes se haga insostenible”.

En cuanto a la vida privada del protagonista, Arthur Miller nos describe el perfil que interpreta Imanol, un hombre que no disfruta de una vida conyugal feliz:

“Efectivamente, su matrimonio tampoco va bien, y la relación con sus hijos esconde un antiguo secreto que les llena de resentimiento y que amenaza con destrozar la estabilidad familiar. Todo ello le lleva a una espiral de depresión y autodestrucción, en la que su único apoyo es su abnegada esposa, la única que parece entenderle”.

¿Pero qué pasa con los sueños de Willy Loman?

“Pues que a medida que se complican los acontecimientos, sus sueños se desvanecen y todo se precipita hacia un final trágico al que el vencido viajante parece inexorablemente abocado”.

Como podemos apreciar, se trata de una historia que irremediablemente nos invita a reflexionar acerca de la dinámica de una sociedad –no pocas veces cruel- que, aunque pasen los años, sigue siendo el verdugo de tantas ilusiones…

Al realizar algunas de  las  imágenes que acompañan esta entrevista, vimos cómo Imanol se mostraba con un rostro serio, rígido, como si ya –poco a poco- estuviera ‘invadido’ por la personalidad  de Willy Loman, su personaje…

Al verle así recordamos algunos de sus tantos trabajos en Buenos Aires en los que él, durante los minutos previos, ‘se mete a fondo’ en la piel de sus personajes y eso –durante tantos años de éxito y de representaciones en cine, teatro y televisión- es algo que pasa factura a los artistas que viven tanto lo que hacen…Y así pudimos observarle en ocasiones  cuando por ejemplo trabajó  en «Camila», en «Tango feroz», en «Territorio comanche», en «Buenos Aires me mata» así como –entre otros títulos- en «Esperando al Mesías», en «Mi primera boda», en «Eva no duerme» o en «Retiro voluntario»…

Allí, conociendo la trama de “Muerte de un viajante”, el periodista le preguntó por el fracaso, precisamente de tantos personajes como el que ahora encarna en esa obra, a lo que Imanol respondió textualmente en “Clarín”:

“Me crie en un pueblo industrial, metido entre montañas, donde todos los hombres a la misma hora entraban a las fábricas vestidos de azul. Y cinco mil hombres salían a la misma hora. Los chavales estudiábamos en las escuelas de las fábricas. Entrabas a una fábrica a los 14 y pensabas que estarías hasta los 60. Hoy es el pan de cada día la inseguridad en el trabajo. Los jóvenes se ven obligados a trabajar en cosas intangibles, virtuales. Yo, por ejemplo, con este sistema estaría jubilado. La empresa me hubiera hecho una pre-jubilación y ya no valdría…”

Hoy disfruta de un éxito indudable pero recordemos alguna que otra reflexión que Imanol (en ese sentido) hizo también refiriéndose a muchos años atrás, por ejemplo, de cuando representaba ‘Calígula’…

“Era muy joven y me pasó un poco por encima (…) Ahora veo aquello como un vértigo. En la movida de los ‘80, en Madrid, no dormíamos. Hay compañeros que lo han pagado físicamente. Como dice siempre Pedro Almodóvar: ‘de los 80 quedamos muy pocos vivos’”.

¿Y a ti qué te salvó?

Que solamente era actor. No cantaba, no llenaba estadios. Los personajes me sujetaron. Tenía una familia y me gustaba tenerla. No tenía el estigma del que cruza la raya. Nunca crucé. La cobardía me salvó”.

En El Hormiguero, la espontánea-directa y sencilla forma de entrevistar de Pablo Motos, arrancaron de Imanol una sinceridad parecida que expresó una vez finalizada la representación de “El Coronel no tiene quién le escriba” y el debut de “Muerte de un viajante”:

Estaba muy cansado, no me entraba bien el texto, se me complicaba el revés. Hubo días en que me bloqueaba. Fui al médico y me dijo que tenía que parar. El personaje es uno de los que reparte juego y había días que me dejaba paralizado”.

Y agregó lo que pudimos ver en el Auditorio Ciudad de Alcobendas:

«Esta obra es para entregarte por entero, para no improvisar sobre ella, para ir muy fuerte…”

Y así le vimos: ¡fuerte! en el escenario y tras su actuación haciendo que el público agradecido le aplaudiera a rabiar.

                                                                                              ©Bayres/ALGENTE 

                                                                                                fotos©Liliana Cozzi