HOY: ALFREDO RELAÑO “EN BUSCA DE PAZ EN LOS CAMPOS”

Hace pocos meses tuvimos un disgusto mayor con ocasión del Atlético-Depor. Ya saben a qué me refiero: aquella cita para una reyerta monumental en la orilla del Manzanares, con el resultado de un muerto, un ultra del Depor metido ya en años, golpeado y arrojado al río. De allí salió un propósito general de acabar con la complacencia que, en general, se había tenido con los ultras.

Aquello sirvió para lanzar una reflexión: el fútbol lleva tiempo haciendo un experimento antropológico aberrante. Cada dos domingos (y algunos miércoles) reunimos en el fondo, detrás de la portería, en un espacio menor que una plazuela de barrio, a lo peor de la ciudad. Los tipos más violentos y exaltados, surgidos de cada barrio, reunidos allí para que se conozcan y estimulen entre ellos. Se lo hemos puesto fácil: complacencia del club, entradas más baratas, viajes baratos o gratis, espacios en el estadio para reunirse y guardar sus cosas…

De ese experimento no pueden salir más que trastadas. Alguna vez me he preguntado qué pasaría si, en lugar de eso, reuniésemos en un espacio así a las doscientas personas más nobles y sabias de entre la afición. Probablemente llegaríamos a avances dela Humanidaden sentido positivo. Peor lo que hemos hecho ha sido lo contrario: cultivar la barbarie, reunirles para que entre ellos se contagien más barbarie.

Bueno, pues aquello del Manzanares se tradujo en una especie de ‘Espíritu de Ermua’, un propósito colectivo de corregir el disparate. En cierto modo, empezó bien, apreció funcionar. Algunos clubes lucharon seriamente contra sus ultras, entre ellos el propio Atlético que, por cierto, no los necesitó para nada el día que ganó al Madrid por 4-0, en su mejor actuación, que yo recuerde, en un derby.

Pero hay quien afloja, y se ha ido viendo. No todos los clubes han apretado, se siguen escuchando insultos coreados, absurdos, en ocasiones incluso contra jugadores que ni están sobre el campo, como han sido los casos de Cristiano en el Campo Nou o Messi en el Bernabéu. En el campo del Betis llegamos al intolerable cántico de respaldo a Rubén Castro, ensalzado de forma repugnante por haber golpeado a su pareja lo que, esta vez sí, provocó una reacción general.

Es tarea de todos. Esto no se resuelve si cada cual mira con indulgencia a sus ultras y sólo se indigna cuando son los de los otros equipos los que entran en acción. Es al revés. El problema que cada cual tiene son los propios, porque esos son los que desacreditan y avergüenzan al club. Cada cual tiene su problema y debe resolverlo, y eso es posible, como bien se ha demostrado ya en algunos casos. Se trata de no pasar una. De reeducarles o no dejarles entrar.

 

Alfredo Relaño

Director del “Diario As”