HÉCTOR ALTERIO “La vejez sensibiliza… Se llora y se tiene miedo con más frecuencia. Hoy, seguir trabajando, para mí: es salud.”

Curtido en un millón de batallas escénicas, el actorazo argentino posa con la ilusión de un novato. Ahora da vida a “el padre” en Madrid. En realidad, lo llena de vida… como a todos sus personajes.

Nació en el popular barrio porteño de Chacarita.

Fue el 21 de septiembre de 1929, al comenzar la primavera…

Lo comenta, ahora en pleno otoño madrileño mientras da vida en el teatro a “El Padre”, según pluma del reconocido autor francés Florián Zeller.

Un padre enfermo, tocado por una triste y angustiante enfermedad…

Con el drama del alzhéimer ahora entiendo mucho mejor a quienes lo padecen. Y es que da igual que vivas en Francia,  España,  Argentina, el alzhéimer azota y con mucha dureza. Y cuando toca, toca…

Lo cierto es que, como decíamos, ahora, desde un otoño ejemplar de su vida –a sus ¡¡87!!-, Héctor Alterio, nacido en primavera, un buen día decidió “cruzar el charco” y afincarse en España donde tanto se le respeta.

Acaba de celebrar un año más, pero no en primavera (que es cuando en su país comienza esta estación), sino en otoño…

Da igual que estemos rodeados de verdes y de flores que ver caer las hojas, lo importante es cómo está uno.

Una verdad como un templo.

Y así nos lo demostró al posar para ALGENTE.

En nuestro encuentro, le vimos lleno de jovialidad y de ganas de “seguir comiéndose” lo que le echen, en esta ocasión (junto a Ana Labordeta, en el papel de su hija  y dirigido por José Carlos Plaza; y compartiendo méritos teatrales: Luis Rallo, Miguel Hermoso, Zaira Montes y María González), dando vida a “El Padre”.

Alterio, con una sonrisa, siempre amable, recuerda al periodista que “mi padre era una persona severa; fue sastre y murió cuando yo tenía unos 12 años.”

Guarda entrañables recuerdos de aquella inolvidable niñez, de su adolescencia, de sus noches impregnadas de tango, como buen amante del bandoneón y de sus primeros “tonteos” con el Teatro Independiente, algo que se cruzó y cambió su vida.

Hoy sus hijos, respetadísimos actores, le aplauden: como “El Padre” en el escenario, después de seguir aplaudiéndole como el padre del día a día al que tantas veces han tomado como ejemplo.

Un padre luchador que desde la escena se pone en la piel de esos padres que padecen la agria enfermedad que tanta angustia causa a no pocas familias y que él, interpreta magistralmente.

Recordemos que hace cuatro años Alterio también dio vida a otro octogenario: filmó en Argentina interpretando a un hombre ingresado en un Centro Neuropsiquiátrico.

Tras unos diez años de no rodar en Buenos Aires…”quisieron que yo sea Fermín, el alterado mentalmente que sólo puede comunicarse recordando letras de tango”.

Algo que tuvo bastante que ver con el perfil juvenil de nuestro protagonista ya que, como él mismo suele recordar, “viviendo en la Capital argentina, al salir de mi trabajo, en lugar de irme directamente a mi casa, me montaba en el metro y me bajaba en Callao y Corrientes y desde allí hasta la calle Carlos Pellegrini –uno de los corazones metropolitanos del tango porteño respirando tango, escuchando a las orquestas en diferentes locales. Todo eso hasta que en parte antepuse esa pasión, por la del teatro. Pero el tango está siempre en las vivencias del día a día…”

Héctor, un padre en la escena y un padrazo –como decíamos  en su vida personal, comentaba en su último viaje a Buenos Aires que, a sus años, “la vejez sensibiliza… Se llora y se tiene miedo con más frecuencia. Hoy, seguir trabajando, para mí: es salud.”

Salud que deseamos le lleve de la mano a tantas ilusiones como las que se le presenten, a pesar de su avanzada edad y recientemente, con un año más cumplido en pleno otoño, sin olvidar nunca (para eso existe la nostalgia del tango en su vida) aquellas primaveras porteñas…

87 años no son nada ¿O sí?

  

                                                                                                                                ©Marcelino Bonamino/ ALGENTE