GOYO JIMÉNEZ ¡Lo cuenta y lo hace!

A escasos minutos del comienzo de una función de que abarrotaría el emblemático cine madrileño de Callao, Goyo nos recibió con una amabilidad y una serenidad impropias de alguien que está a punto de saltar al escenario, pero muy propias de alguien avezado y seguro de sí mismo en el arte escénico más difícil de todos: hacer reír. Y en ‘Aiguantulivinamerica 2’, Goyo lo hace durante más de dos horas que se hacen cortas, sin pausas, como si fuera fácil, con una fluidez envidiable y armado únicamente con su ingenio, su experiencia, y una gracia que se le cae de los bolsillos.

15 años después de ‘Aiguantulivinamerica’, Goyo se encarga de fulminar los tópicos de las pelis americanas, incluido aquel de que segundas partes nunca fueron buenas…

Mientras lo fotografiamos, el público se agolpa en las puertas del teatro, pero él sigue igual de simpático y tranquilo, porque sabe que en esto es, sencillamente el mejor. Si esto fuera una peli no sabemos cómo nos habría atendido un cómico norteamericano -demonios, que nos aspen si lo sabemos- quizá habría sido mucho más épico, pero en este caso nos quedamos con la realidad, nos quedamos con el producto español… nos quedamos con Goyo.

A pesar de que eres joven, llevamos muchísimos años riendo contigo…

¿A qué edad empezaste a actuar?

Mi primera actuación cobrando, con lo cual se puede considerar profesional, fue a los 14 años… Fui precoz.

¿Y cómo fue esa experiencia?

Hacía todo tipo de trabajos, era otra época y los trabajos infantiles no estaba mal visto así que trabajaba en muchos sitios. Para mí, esto de que me pagasen por ser yo mismo y pasármelo bien, fue todo un descubrimiento. Me creó una adicción que después fue difícil volver a hacer trabajos desagradables. Cada vez que hacía un trabajo que no fuese artístico me decía a mí mismo que no tenía que volver a hacerlo… Cruzaba los dedos y apostaba por ser artista.

Has hecho del humor tu forma de vida… ¿Siempre tuviste la vocación de ser cómico?

Yo soy una persona que sufre mucho con el dolor ajeno y el humor es una mecánica para defenderme del baño de lágrimas en el que vivimos. Está comprobado científicamente que el humor es un mecanismo que tenemos para defendernos del miedo y del dolor. Nuestros ancestros los primates, enseñan los dientes por miedo. Considero el humor como algo absolutamente imprescindible porque realmente la vida carece de sentido y sobrellevarlo sólo es posible a través del humor. En ese sentido soy ciertamente pesimista y creo que mi obligación es alegrar a la gente para pasar más airosa este valle de lágrimas.

Dice Woody Allen que comedia es igual a tragedia más tiempo… ¿Estás de acuerdo?

Yo creo que quizás, tragedia más aceleración. Porque cuando ves a alguien caer a cámara lenta, es una tragedia. Pero cuando ves un tropezón a tiempo real es cuando te partes de risa. 

Como espectador… ¿qué te hace reír?

Soy un espectador bastante ingenuo y bastante cándido. Creo recordar que fue Adam Sandler quien dijo que hay cómicos que cuando ven actuar a otros les miran como si se estuvieran acostando con sus mujeres… La comedia pertenece a mucha gente y me puede hacer reír desde un chaval que está empezando hasta la gente más consagrada. Por ejemplo, estuve hace poco comiendo con Carlos Latre y lo gocé porque es súper ingenioso. Intento estar abierto al humor que va saliendo, una de las cosas que más miedo me da es que no me hagan gracia las cosas que hacen los jóvenes… Me hacen gracia las cosas graciosas…

De pequeño, antes de dedicarte a esto… ¿cuáles eran tus ídolos o referentes?

Tengo más ídolos que la sociedad hinduista. Desde Jonathan Swift, Miura, Poncela… En escena, desde Gila hasta José Mota -con quien he podido trabajar y fue maravilloso- o en cine, con las películas que más me he reído son las de los hermanos Cohen como ‘Arizona Baby’ o ‘El Gran Salto’. Cualquier comedia clásica como ‘La Fiera de mi Niña’, Charles Chaplin o Buster Keaton… Tengo que mezclar todo eso… Intento que mis espectáculos tengan guión y también la interpretación. Es muy difícil que alguien coja uno de mis textos y lo pueda llevar a cabo sin meter una cantidad enorme de movimiento, de acción y técnica corporal.

¿Te ríes de ti mismo?

¡Obligatoriamente antes de empezar! Tenía un profesor de teatro, Ernesto Caballero, que es un magnífico escritor y director de teatro que me enseñó una regla para interpretar, para escribir y para preparar cualquier cosa para los espectadores, que es: primero tonto yo. Y después puedo llamar tonto a otros.

¿Es agotador ser cómico? ¿Además de autógrafos, te piden chistes por la calle o que seas siempre el más gracioso en las fiestas y reuniones?

Lo que es agotador es tener que pensar cómo conseguir el dinero para poder comer y pagar el alquiler. Yo sería un hipócrita y un falso si dijese que no vivo bien. Vivo de lo que me gusta y como me gusta y me merece mucha consideración porque he pasado hambre y he pasado necesidad, la gente que lo está pasando mal. No lo puedo evitar. Soy muy empático con la gente que lo está pasando mal. A mí me encanta. En  este oficio deberías preocuparte el día que no te piden más fotos.

Háblanos un poco de tu último espectáculo, duración, giras, etc…

Lo cierto es que está siendo un exitazo. En Barcelona hemos tenido 4.000 espectadores, todas las funciones se han vendido por encima del 98% en todos los teatros, no tenemos entradas en Madrid hasta finales de abril, las entradas de gira están todas vendidas, tenemos firmados los contratos de 2021, hemos estado en Australia y Nueva Zelanda, que ha sido un puntazo. Ahora nos quedan Amsterdam, París, Bruselas, Edimburgo, Utrecht y probablemente volvamos a Londres… Estoy contentísimo. Además voy con mi esposa Paloma que es fotógrafo y trabaja vídeo así que vamos haciendo documental con idea de, en el futuro, elaborar todo ese material y usarlo. La verdad es que es una aventura todo lo que nos está ocurriendo. Ahora en marzo nos vamos a Colombia para añadir más y voy a hacer un programa para La 2 de TVE que se llama ‘Un País para Reírnos’ y tiene una pinta excelente porque vamos a hablar del humor de este país.

¿El público español se ríe de cosas diferentes al de otros países?

El idioma es el responsable del 50 ó 60 por ciento del resultado del guión. Los temas que trato son cada vez más globales y afectan menos porque cuesta encontrar diferencias, sobre todo en las generaciones más jóvenes, se han homogeneizado bastante. En todos los países vemos las mismas series, las mismas películas, tomamos café en Starbucks, comemos en McDonalds y compramos la ropa en Zara… vamos camino de ser una raza-franquicia.

¿Actúas siempre en español?

Sí, aunque evidentemente en el extranjero trabajo bastante mi background hispano para utilizar también el español latino… Con sus giros y modismos adaptados al público latinoamericano. Muchas veces utilizo giros en inglés en una «free translation» de lo que estás intentando contarles. También hay muchos extranjeros a los que les gusta ver espectáculos en español para practicar y aprender el idioma. Hay mucho hispano parlante ya en el mundo… gracias a la ineficacia de nuestros gobiernos, ha habido mucha gente que se ha tenido que marchar y también es verdad que el español es un idioma muy de moda, en parte, gracias a latinoamérica, por la música latina. Es sorprendente que en los países del este, hablan mucho español gracias a que ven las telenovelas en versión original. Aquí nos va a pasar con el turco… Hay tantos culebrones turcos, que empezaremos a tener muchas abuelas que hablen turco.

¿Te pones nervioso antes de actuar?

Me pongo nervioso cuando empezamos con retraso.

¿Por qué en una superproducción americana la invasión extraterrestre o el meteorito nunca caen en España? ¿Somos tan irrelevantes que estamos a salvo?

Yo creo que es cuestión de tamaño, somos un país pequeño y las probabilidades son menos… En el caso de los alienígenas es que piensan: ‘Vamos a pelar la gamba y hay que empezar por la cabeza’, por eso siempre van a EE.UU, al país que lidera… Y los daños colaterales son los franceses. Porque son unos desagradecidos, los americanos han impedido 2 veces la invasión alemana y encima los franceses siguen siendo anti americanos, por eso siempre que pueden se quitan París del medio… Además creo que piensan que la Torre Eiffel es un andamiaje o algo así.

¿No crees que el castellano es mucho más rico que el inglés, especialmente para insultar o maldecir?

A la hora de maldecir en España, todos somos fuente de literatura; todos somos Cervantes cuando se trata de faltar al respeto. Si te pones, tienes el suficiente cabreo, añades  diariamente 3 ó 4 vocablos a nuestro riquísimo glosario de insultos.

¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?

Un montón de cosas. Fundamentalmente leer, que es mi primera obligación y mi vocación. Ver películas, series… Si es posible en versión original. Me gusta mucho hacer deporte y además, para mi trabajo necesito mucha energía así que me viene fenomenal y dibujar. Siempre me ha fascinado ilustrar y dibujar y algún día empezaré a mostrar esa faceta al público, de momento la llevo en silencio. Ahora me está dando por las plantas, los bonsais, la huerta… Supongo que es por la edad. Cuando comes un tomate que has trabajado tú, te sabe 5 veces más rico. A veces vienen amigos a casa muy estresados y les pongo unos tomates recién cogidos de la mata y se les pasa el estrés… Fíjate qué sencillos somos.

Dinos algo muy español que un americano no sabría o no podría hacer…

Esas expresiones con las que clamábamos al cielo antes, del estilo de «por los clavos de Cristo» o «si esto es vida, que baje Dios y lo vea»… Ese tipo de expresiones de mis padres y de mis abuelos, creo que les costaría entenderlas, son demasiado católicas y demasiado españolas

Maldita sea Goyo, ha sido un placer.

Qué diantres, cáspita, el placer ha sido mutuo.