EVA ARGUIÑANO – La cocinera más dulce



Al encontrarnos con Eva Arguiñano comprobamos que no sólo “encandila” con la dulzura de sus postres, sino también como ser humano.

Nos había prometido preparar un postre muy especial para el día del padre:

Piña salteada con merengue de lima. Un postre sencillo, barato y cómo no, delicioso que tendré el placer de explicarlo paso a paso…

Eva Arguiñano que debutó en televisión allá por el 91 en el programa “La cocina de cada día”,  muy pronto volverá a Atresmedia con programa propio: “Hoy cocinas tu”.

Sigues triunfando tus postres en el programa ‘Karlos Arguiñano en tu cocina’ y en vuestro restaurante ¿Con cuáles de todos tus postres te quedas?

No me puedo quedar con uno solo. A mí gusta que el postre de después de la comida sea ligero y que tenga algo de fruta.

¿Ilusionada con volver a tener programa propio?

Encantadísima. ¡Muy ilusionada! Tenemos un equipo magnífico que busca los invitados más adecuados y yo, con muchas nuevas recetas. Soy  muy pasional y me entrego a tope. Vivo y disfruto de lo que hago.

Seguro que con tus postres muchas amas de casa conquistan con dulzura a sus parejas… ¿Crees que el postre es fundamental en una buena comida?

Como en la vida en general, hay que buscar el equilibrio del “todo”. No pasarte ni quedarte corto. Un buen postre puede ser perfecto simplemente con una pieza de fruta o puedes hacer un suflé, un asado, una compota… Depende de qué haya habido antes. Y para conquistar, aparte de tener ganas y querer hacerlo bien, es importante que el de enfrente quiera lo mismo que tú.

Permítenos y por supuesto, sin entrar en política preguntarte: ¿Qué postre le darías por ejemplo a la Sra. Merkel?

Ay, qué difícil. De entrada no querría quedar mal con ella, por si acaso… Ni amargarla, ni endulzarla excesivamente. Le daría algo ligerito…

¿Y al presidente Rajoy?

A Rajoy le daría algo con muchos huevos.

¿Y a Pablo Iglesias?

Algo con andamiaje, un suflé no, porque me daría mucha pena que se viniese todo abajo.

¿A Pedro Sánchez?

Pues él también necesita andamiaje, tampoco le daría el suflé. Creo que a los dos les daría un bizcocho.

A tu hermano, ¿cuál de todos tus postres es el que más le gusta?

Karlos no es muy de dulces;  si hay algún batido de frutas, un granizado de maracuyá… SI es a media tarde, igual se come un arroz con leche o unas natillas para beber porque le gustan, pero no le apasiona el dulce, él va más a por el chorizo.

Eva nos explica la piña salteada con merengue de lima para 6 personas:

Lleva una piña, 2 claras de huevo, 3 hojas de gelatina, 100 ml. de ron, una lima, 175 g.de azúcar, 50 ml.de agua, 20 g.de mantequilla, azúcar dorado y hojas de menta.

Lo primero que hacemos es cortar la piña por la mitad retirando la pulpa y el resto cortarlo en trozos. Saltearlos en una sartén con mantequilla y colocarlos dentro de la piña.

A continuación ponemos el agua en una cazuela, agregamos 50 g de azúcar poniendo a calentar hasta conseguir un jarabe. Añadimos 3 hojas de gelatina (previamente remojadas en agua fría) y  las disolvemos. Templar en un bol. Cuando se enfríe, vertimos el ron y lo mezclamos bien. Regamos la piña con el jarabe.

Ponemos las claras en un bol limpio y seco. Agregamos la ralladura de lima y batimos con la batidora de varillas eléctrica. Agregamos 100 gramos de azúcar poco a poco y seguimos batiendo hasta que las claras queden perfectamente montadas.

Cubrimos la piña con el merengue y espolvoreamos con el resto de azúcar. Quemamos la superficie con un soplete de cocina. Adornamos con unas hojas de menta. Espolvoreamos con el azúcar dorado y listo.

Ah…y deciros que la piña es una fruta con pocas calorías, muy rica en fibra, de manera que un consejo para las personas con problema de estreñimiento es tomar una rodaja de piña en ayunas.

Después de probar esta deliciosa creatividad, compartimos con Eva algunos recuerdos de su infancia y adolescencia mientras nos muestra algunas fotografías en blanco y negro de esos años que no olvida:

Aquí estoy en brazos de mi hermano y esa que está delante es mi prima; en esta otra foto estoy junto a mi padre…

¿Recuerdas haber preparado algún postre favorito en el día del padre?

La verdad es que no…Y veréis: mi madre nos ha educado de una manera terriblemente austera. No hemos celebrado ni día del padre, ni día de la madre, ni día de los enamorados… Los cumpleaños y las Navidades eran muy justitos. No hemos sido una familia donde se nos hayan enseñado especialmente las celebraciones. Eso lo aprendí posteriormente. Cuando fui madre, tenía una amiga muy detallista y me pegaba mucho a ella para aprender esas cosas. Así que mi padre, pobrecito, se murió sin ningún tipo de celebración de ese estilo. Aunque esto no significa que él no se supiese querido, nos ha disfrutado de otra manera.

Tu padre, ¿cocinaba?

No entraba en la cocina todos los días pero cuando decía ‘hoy cocino yo’, sabíamos que iba a cocinar bacalao…

¿Cómo era él?

Muy gracioso. Era un hombre muy salao. No hablaba mucho pero las cuatro cosas que decía eran cuatro perlas. Me acuerdo de su ironía, de sus frases… Por ejemplo, solía decirme: ‘el día que sepas todo lo que a mí se me ha olvidado, sabrás mucho’. Le recuerdo muy a menudo.

¿Cómo era la gastronomía de aquellos años en casa?

En mi casa se ha comido siempre bien. En casa de mi madre, en el Caserío, se comía bien, pero de manera muy distinta. Mi padre y mi madre eran muy diferentes en caracteres y en orígenes. No tenían nada que ver el uno con el otro. Yo creo que lo que hemos aprendido en la cocina, primero fue por Karlos, indudablemente y yo me siento formada por él.

Gastronómicamente hablando, ¿cómo recuerdas tu infancia?

Austera. Era una casa muy humilde. Mi madre mandaba con una cesta a Karlos, que es el mayor de los hermanos, al Caserío de mi abuela, para que le diese algo con lo que pudiésemos comer, porque no teníamos en casa. Yo soy 12 años menor que mi hermano y él me cuenta lo que se vivía en casa. Mi hermana recuerda que tenía que ir a la carnicería donde vendían carne de caballo, interiores, más barato. En aquellos años no hemos pasado hambre porque teníamos Caserío y una abuela que nos cubría, pero sí hemos andado apretados.

¿Y cómo vivís ahora que os podéis permitir que no os falte de nada?

Siempre le decía a mi madre que cuando fuese mayor tendría el frigorífico lleno. Ahora, puedo tenerlo  y no lo tengo. Sólo como había en mi casa: un pimiento, una cebolla, leche, arroz, pasta, patatas, algún huevo y poca cosa más. Lo que necesito, lo voy comprando. No tengo galletas de muchas clases, bebidas de todo tipo… En mi casa se bebe agua y leche. Suelo tener algún que otro yogur natural, que nos gusta… Mi madre me educó así y yo intento lo mismo con mis hijos. Estoy muy agradecida de poder ir a comprar en cualquier momento, pero no tengo esa necesidad.

¿Qué edad tenías cuando hiciste tu primer postre?

Había una amiga de mi madre que hacía un postre que me encantaba con la nata de la leche y yo lo empecé a intentar con nueve años.

¿En días como los de hoy en los que hay tanta amargura social, el dulce ayuda  a quitarnos un poco esa -nunca mejor dicho- a-mar-gu-ra…?

Quien quiera comer algo dulce y tenga la posibilidad, pues quizás algo le ayude, pero poco. A mí me gustaría que ayudase más pero… la realidad, a veces, es muy dura.

En abril de 2013 sufriste dos inesperados infartos que te mantuvieron una temporada descansando. ¿Cómo te encuentras ahora?

Tuve dos infartos agudos y estuve realmente mal, pero puedo decir -súper contenta- que me encuentro muy bien, que no soy lo que era porque me han quedado algunas secuelas, pero puedo llevar una vida normal.

¿Te tomas ahora las cosas con más calma?

En realidad fue un tipo de infarto muy peculiar que no fue provocado ni por colesterol, ni por estrés, ni por exceso de trabajo. Se le llama un accidente; se me rompió una vena. Aunque está claro que el estrés no es bueno.

¿Y esos duros momentos te aferraste a…?

Lo primero a la familia, a saberme cuidada, querida y protegida. A los amigos, al tener el trabajo cerca de casa,  al sentirme realmente afortunada, porque en la vida, he tenido una suerte increíble. Por eso tengo un gran sentimiento de agradecimiento a todo lo que me rodea.

Al despedirnos, Eva, con esa dulzura personal que también regala a quienes se cruzan con ella, nos dijo:

Quiero felicitar a todos los padres en este mes que es el suyo y decirles que ejerzan, que no se lo pierdan…

 

©Nuria Santero/Julio Bonamino

 Bayres/ALGENTE

 Fotos ©Bainet/Diario Vasco/ALGENTE