EL CALEIDOSCOPIO. TURISMO SANGRIENTO EN LA BOCA

El barrio de La Boca es una de las visitas que más veces se incluyen en las ansias de un turista dentro de la siempre atractiva Buenos Aires…La Boca y el famosísimo Club de Fútbol Boca Juniors forman un tándem insuperable para el visitante.

Y no es para menos, en este barrio entrañable que nació y se formó por la acogida que Argentina le dio a la inmigración italiana, además de disfrutar de los tangueros sacando humo a su bandoneón y de ver a insuperables parejas dando “clases” magistrales de cómo se baila el tango, hay que “patear” por cada metro cuadrado de ese “Caminito” con olor a madreselva, a parrilladas y a pizza.

Claro que, siendo amante de una de las mayores tradiciones futbolísticas del Río de la Plata, quien se lleva el protagonismo es la casi mítica “Bombonera” y aquellas camisetas del Boca Jr. donde dejaron sudor y entrega, verdaderas estrellas del fútbol.

Por allí pasaron porteros como Musimessi, Roma, defensas como Cardoso y Edward, centrocampistas como Lombardo, Rattín y Mouriño, y delanteros como El Pibe y el Tanque Rojas, Valentín, Nardiello, J.J. Rodríguez y saltando en el tiempo: Maradona, Riquelme, Tévez  (imaginamos la nostalgia boquense que sentirá ahora, en China) y una lista interminable…

Cuando la pelota impacta en la red contraria de “la Bombonera”, el ‘gooooool’ eclipsa cualquier otra sensación en aquella tan turística barriada de La Boca. Una barriada que estos últimos meses viene soportando la terrible angustia que provocan en los turistas los llamados ‘motochorros’: ladrones sin piedad, sin moral, que montados a dúo en sus motos, empañan el turismo de este barrio, acuchillando –literal- a gente buena que pasa por allí, simple y tristemente, por robarle su tablet, su móvil y lo que puedan.

Últimamente, ‘eso’ es lo que apaga el eco del ‘gooool’ ensordecedor en la popular barriada, que por desgracia (ahí quedan como sangrienta hemeroteca los diferentes hechos policiales) ha ganado en popularidad, por culpa de un grupo de indeseables.

Y sino, que se lo pregunten a tantos turistas como al estadounidense Joe Wolek, que después de debatirse entre la vida y la muerte por haber recibido varias puñaladas a cambio de su cámara de fotos, recibió el alta, casi con honores de estado, ya que las autoridades para tapar tanta vergüenza lo trataron como visitante ilustre.

Por suerte, con categoría y cultura, dijo: “Amo Argentina y volveré a pesar de lo sufrido”.

Esperamos que las autoridades –no cabe otra- pongan rápido remedio a episodios tan lamentables que empalidecen el brillo de la Boca, su fútbol, su tango y sus turísticas tradiciones.