EDITORIAL_150
“Soy optimista. No parece muy útil ser otra cosa”.
(WINSTON CHURCHILL)
El de Churchill, es un pensamiento muy práctico ya que, más allá de la lógica e ilógica de quienes comandan el barco, “no parece muy útil ser otra cosa…”.
Al escribir ‘barco’, a más de uno puede que se le haya ocurrido agregarle… ‘¿a la deriva’?.
Tal vez sí, tal vez no, aunque lo que no se puede negar es que la incertidumbre produce un estrés galopante en cada uno de los que formamos una sociedad que piensa y piensa en lo que nos deparará el destino, olvidando que, tal y como está la situación y, como si fuera la inscripción persuasiva de una cajetilla de tabaco: “Pensar: ¡mata!”
O sea que, no es aconsejable pensar sobre este circo virulento que nos rodea ¿para qué? Si lo que importa es que piensen los científicos que de verdad saben…
Quien sí pensó en su día, después de la desgracia que le ‘jugó’ el destino, fue Irene Villa (entre tantas otras víctimas del terrorismo que siguen viviendo con secuelas de todo tipo) hoy, convertida en una mujer a la que le dedicamos nuestro “Túnel del tiempo”, ya que dio ejemplo tras perder sus piernas cuando aún no había cumplido los 14. Al visitarla, Irene, sabiamente nos dijo que “la mayor derrota es el desconsuelo”, frase que, como ‘no hay que pensar’, la tomamos prestada para ponerla en práctica mientras nos Imaginamos un horizonte genial, cuajado de logros, donde todo se cura, procurando no perder el sentido del humor, la risa que nos propone el ‘inclonable’ Pedro Ruiz quien, durante la entrevista que le realizamos, dejó en evidencia una sinceridad sin máscara, aunque sí (cuando no actúa) con mascarilla, algo que no practican los irresponsables, actitud que sumada a otras muchas, nos ha llevado a la situación actual.
Si Mafalda, hoy, huérfana por desgracia, pudiera pronunciarse, seguramente nos indicaría –dentro de otra clase de humor- una certera ironía aunque, tal vez en las viñetas que incluimos en su entrevista-homenaje, insinuará (premonitoriamente) algunas de las razones por las cuales entonar algo parecido al ‘mea culpa’.
Y qué no decir de quienes viven en un mundo de oscuridad, comparando esa invidente realidad con la incertidumbre de la que hablábamos y que padece la sociedad actual.
Esas personas que necesitan la inestimable ayuda de uno de esos maravillosos perros-guía de la Fundación ONCE que, por sus 30 años de existencia, le dedicamos nuestro reconocimiento. Oscuridad. Invidencia. La necesidad de una solución que nos lleve a la luz…
De momento, la pregunta sigue en el aire: Cómo disipar la ceguera que nos causa la repetida angustia cotidiana, mientras seguimos aguardando esa buena noticia que todos deseamos a modo de auténtico lazarillo en esta ‘otra’ oscuridad…