EDITORIAL_117

…Último mes de un año singular en tantísimos aspectos.

Aunque no hay más que repasar la prensa nacional e internacional desde el pasado enero, hasta la fecha, para que lo de “singular” se nos quede, digamos, escaso, pequeño, anodino, a la hora de subrayar cada uno de los episodios que desde la cabeza a los pies, desde el corazón al bolsillo, nos han “dado la mano” acompañándonos durante el transitar por el 2017 que da paso al 2018, año par que pretenden -ya desde el segundo cero- arrebatarnos con un caleidoscopio de “ofertas” desde diferentes balcones de la Puerta del Sol.

Algunas familias (por razones de continente y no de metáforas) desde el verano, no podrán levantar sus copas, porque sus pensamientos, desgraciadamente, se sumergirán en las profundidades oceánicas mientras en la tierra siguen arrojándose las culpas, unos y otros, de por qué los 44 ya no están en este mundo.

Pero… ¿Cuántos otros 44, 118, miles, cientos de miles, millones, por culpa de unos pocos, en ciertos casos y/o por  las duras coordenadas del destino, tampoco podrán elevar, al comenzar el nuevo año, ninguna cometa de ilusiones?

Vengan de donde vengan los infortunios, ya sea por vía administrativa, vía patera, vía sucesos surrealistas provenientes de Nueva York, Londres, Barcelona o de cualquiera de esos recuerdos inhumanos propiciados por representantes del mismo género, el desaliento final es el que marca la existencia o no de un desenlace injusto.

Y qué no decir de todas esas mujeres que apagaron el latir de sus corazones por la saña de quienes alguna vez le prometieron una vida… ¡Y no una muerte!

En la vida, la simple rutina, el “día a día” que protagonizamos todos en la infinidad de calles de una amplísima zona por la que circula ALGENTE, sólo hemos de abrir los brazos, sonreír como contrapunto a no pocas tristezas, al poder ser –todos y cada uno en lo suyo- protagonistas de una vida ¡con vida! ya que estas ciudades maravillosas que nos acogen nos ayudan con su escenografía, con sus “costumbres”, con sus tradiciones, con su buen hacer, con su “bien-estar”, con sus niños, su juventud, sus mayores, de los que tanto tenemos (y tendríamos) que aprender, precisamente a vivir…

…Por ello, como la Navidad pasa fugazmente y las guirnaldas dejan de lucir en un pis pas, desde esta humilde publicación que dentro de nada (sin los ausentes, con igual desgracia) cumplirá diez años, brindamos con todos ustedes, con todos vosotros, precisamente, por una…¡¡Feliz Vida!!