Crónicas de un suceso
Nuestros lectores ya sabían desde diciembre que el Madrid sería campeón de liga con una diferencia abismal de los competidores.
El Atlético de Madrid no ha dado la talla y creo que su principal objetivo será la clasificación para Champions con un proyecto de mínimos en una temporada absolutamente mala del equipo de Simeone, donde creo que, con la mejor plantilla de la liga, ha sacado el menor producto y el menor rendimiento a un equipo que se merecía más.
El Sevilla lo ha intentado pero ha sido víctima de las 62 lesiones musculares que ha tenido durante la temporada, cifra alarmante y escalofriante que marcó a Julen Lopetegui a quien no exonero de responsabilidad porque, cuando las lesiones son musculares, efectivamente, algo de responsabilidad tiene el técnico en el desarrollo. Hay un componente, sí, viajar. Pero hay un componente también de planificación física en el rendimiento de los efectivos. Tal vez muchas competiciones juntas, tal vez muchos partidos y tal vez el Sevilla no estaba preparado… Esa podría ser la excusa, pero ahí está el Sevilla luchando por la Champions y también, por qué no, conseguir el segundo puesto pensando en la Supercopa que sería un gran objetivo y, económicamente, muy rentable por el apetitoso pellizco provocado por la gestión de Rubiales y Piqué.
Llegamos a Barcelona. El club de la comedia. Basado en la propaganda, basado en la ilusión, basado en el inflar un proyecto que no tenía visos de realidad. Habíamos avisado en estas páginas que el Barcelona estaba condenado al fracaso, que no estaba preparado para la era post Messi, que no tiene buenos jugadores, solamente chispazos y esporádicamente basado en De Jong, el mejor jugador y el talento individual ofensivamente de Démbéle. No es menos cierto que la lesión de Ansu Fati ha provocado muchísimos conflictos desgraciados para el Barcelona. Pero a partir de ahí, la llegada de Xavi Hernández, siendo cómplice de unas falsas promesas, ha reventado. Quizás eclipsó aquel proyecto del 4-0 en el Santiago Bernabéu pero poco a poco se fue diluyendo como un efecto gaseosa y el equipo ha llegado donde debe llegar: hoy luchando por clasificaciones para la Champions League.
El gran invitado, el Villarreal, nos sorprende en Europa y nos castiga en la liga. Cuánto nos debe este equipo, cuánto talento desperdiciado, cuántos puntos tirados en la cuneta… qué pena. Estaríamos hablando del gran enemigo del Barcelona, el gran enemigo para el Atlético de Madrid, el gran enemigo para el Sevilla y el gran enemigo para un Betis que sigue amenazante. Ha sido brillante en Champions, llegando a lo máximo, pero absolutamente desigual en la competición liguera que tiene una plantilla excepcional. Por último el Betis, el equipo de la alegría que pone Joaquín, el equipo de Fekir, de un criterio futbolístico muy bien asumido por Pellegrini, en definitiva, el Betis justo campeón de Copa, merecido. Y todavía no ha dicho la última palabra para clasificarse en Champions, porque tiene pendiente un partido con el Barcelona que puede determinar el futuro de ambos. En definitiva, creo que no hay sorpresas para esta columna, no tenemos la bola de cristal pero mantengo el mismo argumento y sentido común. No se ha confirmado nada que no estaba visto