ANTONIO DE LA TORRE
“TENGO LOS PIES EN EL SUELO, ME COSTÓ MUCHO LLEGAR HASTA AQUÍ Y SÉ QUE ESTO ES PERECEDERO”
Se lo ha ganado a pulso.
Es el actor de moda, el más solicitado y uno de los más reconocidos de nuestro cine… pero no hablamos de ninguna moda pasajera, sino de una firme realidad granjeada a base de talento y sudor a lo largo de muchos años de trabajo perseverante.
Antes de entrevistarle no acertábamos a intuir cómo sería, pese a haberle visto interpretar un amplio y variopinto abanico de personajes gracias a su versatilidad. Y eso es porque Antonio desaparece literalmente en sus personajes.
Sin embargo, en todos esos hombres de ficción vislumbramos un atisbo del actor real, una cualidad transparente. Si algo comparten todos ellos con el verdadero Antonio es que transmiten verdad… Te los crees.
Antonio… ¿empezaste tu trayectoria profesional como periodista deportivo?
Sí, bueno en realidad yo estudié primero de periodismo en una época en la que ni siquiera existían las facultades en Andalucía. Yo soy de Málaga y enseguida me di cuenta de que necesitaba foguearme un poco en los medios más que en la universidad. Desde el primer momento empecé a hacer prácticas en diversas radios de Málaga cubriendo todo tipo de información.
¿Tu primer sueldo?
Fue una especie de beca en el ‘Diario Sur’ de Málaga, donde hacía toda clase de información. Así fue mi primera etapa de profesional, allá por finales de los 80. Luego me embarqué en otra etapa como corresponsal de ‘El Independiente’, un periódico que existió hasta principios de los 90.
¿Recuerdas algún logro periodístico del que te sientas orgulloso?
Mi primer ‘hito’ por así decirlo como periodista fue una portada, la primera excarcelación de un ginecólogo encarcelado con motivo de la ley del aborto de aquella época. Todo ha cambiado por fortuna desde entonces, pero en su momento fue algo revolucionario.
¿Y tu salto a la actuación?
Por entonces estaba en ‘Canal Sur’ haciendo información general, fui productor de un magazine de variedades, luego estuve en un programa de humor. Así fui curtiéndome en diferentes formatos hasta que en octubre del 92 mi amigo Alberto San Juan, que vivía conmigo en Sevilla, me comentó que se iba a Madrid a enrolarse en la Escuela de interpretación de Cristina Rota. Alberto tenía clarísimo que el periodismo no era lo suyo.
¿Fue entonces algo fortuito, no querías ser actor?
Siempre quise ser actor e imaginaba la posibilidad, pero por entonces no era más que un sueño.
Alberto fue el primer amigo que hice en la universidad y siempre albergamos esa ilusión, siempre tuvimos esa conversación soterrada, hablábamos de ello con frecuencia. “¿Te imaginas ser actor?”.
Irte a Madrid a estudiar debió ser un paso muy difícil…
Lo fue sin duda. Para mí era un momento personal difícil, acababa de fallecer mi padre y en Canal Sur empezaba a tener cierta estabilidad y visos de continuidad. En aquella época era razonable pensar que un trabajo allí podía ser para toda la vida. Además, yo necesitaba ganar dinero. Empecé mi carrera de actor compatibilizándola con mi actividad periodística en ‘Canal Sur’, que posteriormente abrió ‘Canal 2 Andalucía’ y me dieron la oportunidad de presentar los deportes. Y así estuve muchos años como un funambulista, desarrollando mi carrera de actor al tiempo que seguía ejerciendo en Canal Sur.
¿Ves mucho cine?
Va por etapas, es coyuntural. Obviamente me encanta el cine pero ahora tengo una niña y tengo mucho menos tiempo.
¿Como espectador, qué tipo de cine prefieres?
Todo tipo de cine pero nunca doblado. Con todo el respeto del mundo a los excelentes profesionales del doblaje, creo que en la vida real no se habla como hablan los dobladores, por no hablar de la sincronía labial que muchas veces desvirtúa la traducción.
Cuando tu hija te lo permite… ¿a qué salas te gusta ir? ¿Eres de palomitas en multisalas o te decantas por un cine más intimista?
Normalmente vivo en Sevilla pero cuando estoy en Madrid siempre voy a salas en versión original, Ideal, Renoir, Golem… No concibo otro tipo de cine que no sea en versión original.
El reconocimiento siempre es agradable, pero… ¿cómo llevas la popularidad?
Siempre que se acerquen a uno con respeto, las muestras de cariño de la gente son muy halagadoras y me encanta. Forma parte de mi trabajo. Aunque reconozco que lo que ya no me gusta tanto es que estés sentado en una mesa con tu hija a punto de comer y venga alguien a pedirte una foto. Eso es un engorro. Lo ideal es imposible, es casi una paradoja: ser reconocido por tu trabajo y a la vez ser completamente desconocido.
¿Te cuesta conceder entrevistas?
Al haber sido periodista intento ponerme en su piel, pero reconozco que me cuesta. Pero no por nada, que no se me mal interprete. Una vez oí decir a Christopher Waltz que no le gustaba hablar de su trabajo para ‘mantener’ la magia y opino un poco igual. Creo no revelar tanto de mi persona puede contribuir a que mis personajes lleguen al espectador con más limpieza. Por otro lado, (el ser humano está lleno de contradicciones) como actor me encanta pronunciarme y posicionarme sobre temas que nos afectan a todos.
¿Estás hablando de posicionarse políticamente?
Desde luego. Yo a la hora de pronunciarme aprovecho la ocasión que me brinda mi posición social para dejar clara mi postura. Siento una obligación como ciudadano. Estamos vivos y tenemos que hacer cosas. Mi refrán favorito en la vida es: – “Quien quiere algo siempre encuentra una forma. Quien no lo quiere siempre encuentra una excusa.” – Lo que quiero decir es que no quiero encontrar excusas para no expresarme sobre asuntos que me gustaría que se arreglaran.
¿Ya que citas tu lema de vida, podrías decirnos un proverbio que no te guste?
“Piensa mal y acertarás.” – Lo detesto. Me gusta la gente que piensa bien. Creo en la bondad y hace tiempo que tomé la decisión de mirar a un ser humano como un potencial amigo. A veces te equivocas, pero compensa. A mí me ha ido bien pensando así. Obviamente he tenido experiencias malas en la vida, como todos, pero no lo suficientemente graves como para perder la fe en el ser humano. Y aunque las hubiera tenido, la mejor manera de superar la violencia es mediante el perdón.
“Tarde Para la Ira”, la película que estás rodando, no refleja precisamente esa filosofía…
Para nada (risas) Es justamente lo contrario. Por suerte es ficción. En el mundo real, una mala situación se revierte con confianza. Los conflictos de Oriente Medio, por ejemplo, te enfrascan en una espiral infinita de odio.. En algún momento hay que parar y perdonar. Hace poco tuve la maravillosa oportunidad de conocer a Eduardo Madina, cuya historia conocí a través del documental de Julio Medem, ‘La Pelota Vasca’. Tras sufrir un atentado terrorista en el año 92, decidió no engancharse a la dinámica destructiva del odio y superarlo de otra manera. Venía a decir algo así como que no pensaba permitir que nadie gestionara su odio.
¿A quién más admiras?
Manuela Carmena. Es gente con una talla moral superior porque a la vez es muy humilde. Nunca ejerce la chulería ni el desprecio o la soberbia. Conozco a alguien muy cercano a ella y sé de buena tinta que en su vida diaria es así. Por eso digo que la bondad y la decencia tienen que llegar al poder a través de personas así, que te ayudan a creer más en la condición humana.
¿Eres consciente de que eres uno de los actores más importantes del panorama nacional?
Puede ser. No voy a caer en la falsa modestia de negarlo, es un hecho que ahora soy de los que más están trabajando. Es algo que reconozco con gratitud y humildad porque hay muchos compañeros que no están teniendo la misma suerte. Pero, afortunadamente, eso no significa necesariamente ser famoso.
¿Tanta actividad agota o ilusiona?
Este verano es una etapa más dura, me vienen dos proyectos seguidos pero la verdad es que llevaba un tiempo descansando. No me puedo quejar, lo llevo muy bien, con humildad y con los pies en el suelo. Sabiendo que me costó 40 años llegar hasta aquí y que en la vida todo va, viene y es perecedero.
Mucho, eso ya no lo llevo tan bien. Pero bueno, imagino que habrá quien lo lleve peor.
¿Y cómo llevas los cambios físicos a los que te somete tu profesión?
No ha habido tantos. Que yo sepa, sólo la peli de Gordos me ha obligado a cambiar mucho físicamente. Empecé delgado, luego aumenté treinta y pico kilos y terminé el rodaje nuevamente delgado. Lo logré con la ayuda de un endocrino.
¿Algún sueño cumplido?
Todo esto que estoy viviendo. Trabajar con Almodóvar, primero en ‘Volver’ y luego en ‘Los Amantes Pasajeros’.
¿El mejor piropo?
Lucina Gil, gran actriz y directora de cortos y documentales, fue a ver “AzulOscuroCasiNegro”, (donde yo interpretaba a un convicto), con un juez de vigilancia penitenciaria y me dijo que el juez le comentó ‘este tío parece uno de los tipos a los que yo tomo declaración’. El mayor piropo es que no vean a Antonio de la Torre, sino a un policía en ‘Grupo 7’ o a un sastre en ‘Caníbal’. Mi sueño es ése, que no me vean a mí sino al personaje.
¿Te ilusiona Hollywood?
Iniciar carrera allí no lo veo, yo creo que se me pasó la edad. Otra cosa sería un proyecto puntual, vivir una experiencia… Eso sí que podría hacerlo, perfectamente. De hecho me ilusiona rodar en inglés. Ya he hecho algún que otro proyecto, un film sobre la FIFA que aún no se ha estrenado, otro en Australia con Paz Vega y Carmen Maura, y una miniserie para la BBC llamada ‘The Night Manager’ basada en una novela de John Le Carré. Pero sí, me encantaría rodar un gran proyecto en inglés y pienso que con la experiencia cosechada de estos tres trabajos es una posibilidad bastante razonable.
¿Te gusta el fútbol?
Me encanta, soy del Málaga por supuesto.
© ALGENTE
Marcelino Bonamino Cozzi